Análisis: Castle Frenzy

Escrito por en Análisis - 13 junio, 2010

Ponte en situación: a tu trampa de fuego le quedan diez segundos para estar activa de nuevo, la de hielo acaba de ser usada, tu grifo dorado no podrá atacar hasta pasados unos buenos quince segundos, y tu puerta, aunque de acero reforzado, no podrá aguantar ni cinco segundos contra los seis góblins, dos jabalíes, tres trolls (uno de ellos encima es John Carca) y dos fantasmas que están cruzando el puente en este mismo instante. ¿Qué haces?

Si esto fuese un «tower defense» normal y corriente nada, resignarte y ver entrar a los seis góblins, dos jabalíes, tres trolls (recordando que uno de ellos, para más inri, es John Carca) y dos fantasmas a sangre y fuego en tu propiedad. Pero Castle Frenzy no es un «tower defense normal y corriente». La primera y última línea de batalla durante los diez capítulos del modo campaña serán nuestras propias manos. Nuestros pulgares, para ser más exactos.

Trampa de hielo + dedazo = WIN

Con ellos cogeremos a nuestros enemigos y podremos lanzarlos por los aires, para que el impacto de la caída los dejé aturdidos o directamente los mate. También podremos optar por métodos más seguros y eficaces, como agarrarlos y estamparlos contra el suelo, o hacerlos volar directamente contra las murallas del castillo (la puerta reforzada con pinchos funciona excepcionalmente bien para estos casos). Lo normal, independientemente del enemigo al que nos enfrentemos, es que una de estas tres opciones desemboque en un auténtico geiser de sangre. Con nuestro consecuente regocijo y satisfacción infantil.

Para hacer las cosas algo más interesantes tendremos la posibilidad de realizar combos, que consistirán en ir alternando la forma de matar a cada enemigo. Nada especialmente complicado, pero que nos recompensará con un poco más de dinero y animará a hacer algo más que espachurrar enemigos contra el duro suelo. El dinero, huelga decir que además de para sumar a nuestra puntuación final, nos servirá para comprar las ya mencionadas trampas de fuego, de hielo, grifos, hidras, mejoras para la puerta y escudos protectores. Aunque, todo sea dicho, para comprar la mayoría de mejoras también necesitaremos almas, que ganaremos alimentando a nuestra hidra, a la que prácticamente le tendremos que poner el goblin en la boca para que lo mastique. Eso sí, la animación y el sonido consecuentes son muy divertidos.

Trampa de fuego + rebote = WIN explosivo

Saben ustedes que un servidor no le da importancia alguna a los gráficos, que básicamente me la sudan a no ser que sean realmente obscenos. Pero con Castle Frenzy haré una excepción por la grata sorpresa que me he llevado. Al juego le pasa lo que a los Mario Galaxy (ayer me compré el 2, chincha), quizás no tengan los mejores modelados de personaje o escenarios, pero con el excelente uso de los colores que hacen, casi lo parece. Canela fina.

Por último, como hago siempre, debo mencionar que Castle Frenzy también tiene logros. Logros de esos molones con los que te puedes medir el pene con otra gente. Por desgracia, en lugar de medírtela con la comunidad equisbocser, que es «jarcor» hasta la médula; te tendrás que conformar con comparar tus hazañas con los maqueros de la comunidad Gameloft. Mi apodo allí, por si se os ocurre hacerme caso y queréis quedar en ridículo, es «Andresito_epi».

Y así, con una mecánica simple a más no poder: agarrar enemigos con el pulgar, destrozarlos contra lo que queramos y lanzarles una bola de fuego/hielo esporádica, tenemos un juego muy divertido para toda una semana de autobuses. Y todo por un euro, hoyga.

Mercadillo Ilustre Vol. 53

Dos años de ilustrismo