Relación calidad precio

Escrito por en Artículos - 24 abril, 2010

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Muchos piensan, yo el primero, que nuestro hobby es caro. Que nos venden videojuegos con los precios inflados, que las grandes compañías tienen bóvedas como la del Tío Gilito (Activision-Blizzard me consta que realmente la tiene), que las pequeñas empresas apenas ganan para hacerse unos “instant-noodles” y que nosotros, el usuario final, somos unos pobres desgraciados a los que prácticamente empujan a robar. ¿Pero acaso no es más caro, en comparación, una entrada de cine o un libro? ¿Sí? ¿No? Para esclarecer el caso y darle algo de lustre a la entrada he traído a tres amigos, os los presento tras el salto.

Os presento a Pedrito Morales, Pichu Molina y Gregorio Epaminondas. Los tres trabajan duramente y por un sueldo de puta vergüenza en una conocida pizzería del centro de Sevilla. El horario matutino no es especialmente agotador, pero muchos días, los pobrecitos, vuelven a su casa a las tantas de la mañana; porque como bien parodia Pichu Molina, “la gente no puede cenar a las nueve, no, tienen que comer pizza a la una de la madrugada”. Como es normal, cada uno de ellos tienen un hobby en el que se deja parte del sueldo duramente ganado a base de meter pizzas en el horno y atender a gente de dudosa educación y modales ausentes. El del primero es el cine, el del segundo (nuestro ya buen amigo Pichu) la lectura y el del tercero, Epaminondas, los videojuegos.

Pedrito Morales es un apasionado del cine. Conoce el nombre de directores, guionistas, actores, productores, iluminadores, etc. No se le escapa una al tío. Es el típico que te dice: “ey, vamos a ver X película, que el guión es de X persona, que ya hizo X adaptación de forma muy exitosa”. En definitiva, que es un entendido. Y como tal, para mantenerse al día de los estrenos, va al cine entre una y dos veces por semana. ¡Que ruina! – estaréis pensando. Pero no temáis, porque Pedrito Morales no es de los que va al cine a comer palomitas, él se trae de casa su sándwich de pollo envuelto en papel de plata. Como solo paga la entrada, su gasto en cine semanal es de entre seis y veinte euros (depende de si ve una o dos películas y de si están en tres dimensiones).

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El bueno de Pedrito dejándose diez eurazos

Pichu Molina, por su parte, es un apasionado de la lectura. En serio, es de esas personas que todavía existen que prefieren un buen libro a cualquier otra forma de entretenimiento. Es lo que nosotros, cavernícolas, llamaríamos una persona culta. Pero amigo, la cultura tiene un precio. Y eso Pichu Molina lo sabe. Los libros de hoy día no son precisamente baratos: las novedades no bajan de veinte euros y los clásicos, por muy clásicos que sean, no lo hacen de diez. Pero claro, a nuestro amigo le gusta leer por lo menos una historia nueva a la semana. Así que ni corto ni perezoso, cada viernes se va a su librería favorita y, dependiendo de su estado de ánimo, se compra entre uno y dos libros. Esto es, el pobre se gasta entre veinte y treinta euros semanales en su hobby.

Y llegamos, al fin, a Gregorio Epaminondas, nuestro gran aficionado a los videojuegos. Este es, lo que la mayoría de nosotros llamaríamos, un verdadero “jarcor gamer”. En serio. El tío tiene todas las consolas de la generación: las dos de verdad y la Xbox360. Y se pasa, como es normal, muchas horas muertas jugando online a sus videojuegos favoritos. Entre los cuales, curiosamente, hay varios del fiambre de Microsoft (a lo mejor no está tan fiambre después de todo…). Pero claro, para mantenerse al día y poder seguir disfrutando a tope de su hobby necesita comprarse juegos nuevos, así que el tío cabrón, que va por la vida de billetoso, se compra un videojuego a la semana. Sí señores, cada lunes llega a la tienda de abajo de su casa y se compra un videojuego. A veces es de los que vale diez pavos, otras veces de las novedades de sesenta. Pero el caso es que cada semana su estantería crece un poquito más.

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Ahí está Epaminondas mirando entre las ofertas

Llegados a este punto ya sabréis por donde van los tiros. Pero aún así vamos a disparar. Pedrito Morales, nuestro cineadicto favorito, se deja una media de trece euros semanales en lo que vendrían a ser unas tres horas de entretenimiento. Pichu Molina, el lector empedernido y hombre culto por naturaleza, gasta unos veinticinco euros en estar entretenido durante una media de ocho horas a la semana. Y por último, Gregorio Epaminondas, el “jarcore gamer”, se pimpla una media de 35 eurazos semanales en rellenar entre diez y quince horas de diversión (que al Modern Warfare le haya dedicado sesenta horas tampoco va a rellenar las estadísticas artificialmente).

Ahora bien, teniendo en cuenta que cada uno de ellos disfruta de su hobby al máximo y asumiendo que el bueno de Pedrito Morales disfruta lo mismo con una película que Pichu Molina con un libro, ¿quién le saca mayor partido a su dinero? Es decir, ¿quién disfruta durante más tiempo del dinero invertido en su afición preferida? La respuesta, como casi todas las respuestas de esta vida, se encuentra en las matemáticas. El primero de nuestros intrépidos pizzeros invierte trece euros por tres horas de diversión semanales, lo que vienen a ser 4,3 e/hd (euros por hora de diversión). El segundo, con su gasto de veinticinco euros para unas ocho horas semanales, obtiene un promedio de 3,125 e/hd. Y por último, el bueno de Epaminondas, se gasta unos 2,9 e/hd. Y eso que el muy lerdo solo compra en España…

¿Es muy caro ir al cine? Seguro. ¿Son muy caros los libros? Sin duda. ¿Y los videojuegos? Carísimos. Las cosas que nos gustan, por norma general, son caras. Es una pena pero es cierto. De todas formas yo no voy a sacar ninguna conclusión final ni a soltar alguna frase sentenciosa. En lugar de eso voy a dejar que las conclusiones las saquéis vosotros, que seguro que tenéis algunas mucho más interesantes que las mías. Eso sí, ojito con lo que decimos de Pichu Molina, Pedrito Morales y Gregorio Epaminondas.

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