Retro ¿Amor?: Tiburón

Escrito por en Retro Amor - 13 marzo, 2012

Creo que muy pocas películas han marcado a tanta gente como Tiburón. Millones de personas tienen cierto miedo a meterse en el agua o a bañarse en pelotas durante una noche de luna llena gracias al exitazo de Steven Spielberg. Nadie va a negar que Tiburón es un título que se escribe con letras bien grandes en la historia del cine, pero también hay que decir que sus adaptaciones al videojuego no merecen esas letras tan grandes y rojas. Como mucho en minúscula y en comic sans.

CHANCHANCHANCHANCHANCHAN

Salvo excepciones, la mayoría de ellas durante la época de los 16 bits, la relación entre las películas y los videojuegos ha dado como fruto muchas más decepciones que alegrías. Me resulta curioso ver como, mientras en la actualidad un juego basado en una película tiene que estar en las tiendas el día de su estreno (o antes), los señores de Screen 7 tuvieron el valor de sacar un videojuego sobre Tiburón nada más y nada menos que catorce años después de su estreno (en 1989) y llevarlo a los ordenadores domésticos (Amstrad, Spectrum, C64, MSX, Atari, Amiga y PC) , ya que la NES tuvo su correspondiente dosis de Tiburón un par de años antes y, visto lo que cuenta the Angry Video Game Nerd, ambas versiones, a pesar de ser totalmente distintas, tienen una calidad similar.

JAWS para NES (1987)

Yo me compré el juego totalmente ilusionado. Me gustaban las películas y tenía ganas de revivir la angustia y la emoción de capturar un gran escualo en mi MSX. Sin embargo, nada más cargarlo me dí cuenta que lo único que tenía en común con la película era que había un Tiburón. Y punto. No hay playas, no hay bañistas en bikini, ni siquiera aparece ningún personaje de la película más allá de una miserable mención metida con calzador para aprovechar la licencia de la película.

 

La secuencia de introducción es lo más parecido que veremos a las películas

Por supuesto, el argumento no se corresponde ni al primer Tiburón de 1975 ni a ninguna de sus secuelas (al menos que yo conozca): la poderosa arma que venía de camino para aniquilar al terrorífico tiburón acaba por motivos desconocidos separada en cuatro partes esparcidas por un arrecife. Y en eso consiste el juego: en buscar esas cuatro piezas para después darle un tiro entre los ojos al escualo asesino.

 

Investigando el mar junto al molusco anteriormente conocido como Prince

Para ello, nos meten en un batiscafo de mierda y nos ponen a dragar el fondo marino en busca de esas piezas de basurilla. Y el batiscafo parece que funciona a pedales porque habrá que estar constantemente repostando aire y combustible y el armamento proporcionado es tan débil que nos costará deshacernos de la fauna marina que entorpecerá la búsqueda. Porque el Tiburón solo estará dando vueltas cerca de la superficie, preparado para darnos un buen mordisco si nos pilla en su linea de visión.

 ¡Uy qué miedo!

Supongo que nadie se sorprenderá si digo que me sentí engañado con este juego. Había probado anteriormente otras adaptaciones provenientes del celuloide, pero hasta entonces nunca había visto que la relación del juego con su película homónima estaba cogida tan por los pelos como con este Tiburón. No solo eso, si me hubieran dicho que el juego estaba basado en El Chip Prodigioso me lo hubiera creído más, no solo por la forma redondeada de nuestro submarino, sino porque los enemigos que nos encontramos en Tiburón (salvo el propio tiburón) se parecen más a seres unicelulares y pequeños parásitos que a animales marinos, salvo que estemos hablando de esponjas, equinodermos y plancton, algo que nos dará una idea de la fragilidad del batiscafo si el ataque (más bien colisión) de un animal que carece de esqueleto podía llevarnos a la tumba.

 

En serio… ¿Qué se supone que son las mierdas esas de color rojo?

Tiburón es un ejemplo de libro sobre lo que no hay que hacer al conseguir la explotación de una licencia cinematográfica. Visto desde la distancia, tiene la apariencia de un juego hecho con prisas con un tiburón metido a la fuerza, con una portada bonita y ¡hala! ¡A sentarse a ver como se vende solo! Quizás no me curaron el miedo a bañarme en pelotas a la luz de la luna (afortunadamente para vosotros), pero sí que desde ese momento no solo desconfié de las aguas tranquilas, también de los videojuegos sobre películas.

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