Los videojuegos en cassette

Escrito por en Artículos - 11 febrero, 2010

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Con toda la explosión retro que recorre la blogosfera, es raro encontrar algún blog que no dedique alguna entrada a recordar otros tiempos, que ahora nos parecen mejores, cuando los videojuegos venían en cartuchos. Se elevan a los altares las consolas como la NES, la Sega Master System, la Mega Drive o la Super Nintendo, pero parece que hay algo que ha desaparecido de la memoria colectiva… Nadie habla casi nunca de los videojuegos en cassette.

Parece que se ha olvidado que las consolas no entraron nuestras casas de forma general hasta principios de los 90. Hasta ese momento, las plataformas dominantes eran ordenadores como el Spectrum, Amstrad CPC o el MSX. Nos los compraban nuestros padres (era el regalo grande de la primera comunión) para que nos ayudaran en los estudios, ¡y colaba! (Tal como pasa ahora con la conexión a internet, pobres ilusos…). A excepción de los MSX, que también tenían ranuras para cartuchos (5 veces más caros que los juegos en cassette), si querías jugar a los videojuegos no quedaba otro remedio que utilizar cintas de cassette.

Cuando oigo que un juego actual tiene “demasiado tiempo de carga” y estamos hablando de 15 o 30 segundos, no puedo evitar acordarme de los 15 o 20 minutos que tenía que esperar para cargar un juego en cassette. Y eso si todo salía bien, que no eran todas las veces. Nos convertíamos en expertos en mecánica, en limpieza de cabezales, para conseguir que nuestros juegos cargaran a la primera.

¿Y todo para qué? Para algo como esto:

Robocop 3 level 2

Si teníamos más de 4 colores en pantalla podíamos considerar que estábamos delante de un juegazo. Solo los poseedores de un Amstrad podían disfrutar de gráficos con unos colores agradables a la vista, aunque se perdiera resolución.

GameOver

«GAME OVER» para Amstrad. Tan dificil que el Game Over está siempre en pantalla

Los demás (sobretodo Spectrum y MSX) gozábamos con esas combinaciones cromáticas como magenta-amarillo, verde chillón-gris o azul oscuro-negro. Todo un deleite para la vista. El mayor despliegue de colorido lo teníamos en las pantallas de carga, donde unas franjas de colorines nos indicaban si la carga seguía p’alante o no.

Mortadelo y Filemon loading screen

Los mejores gráficos siempre los teníamos en las pantallas de carga

Y no hablemos de la música y los sonidos. Normalmente solo existía de forma simultánea una de las dos cosas, y a veces (mas de las que debería) ninguna de ellas: había juegos completamente mudos.

Lo peor eran, sin duda alguna, las conversiones de las máquinas recreativas. Todos babeamos ante los arcades de los salones recreativos y bastaba que un juego llevara su nombre para que se vendiera como churros. El hostión nos esperaba al llegar a casa: gráficos peores de lo habitual, fases recortadas o directamente eliminadas, jugabilidad de espanto… Y ya no hablemos de volver a ponernos a cargar el juego cuando acabábamos una fase para jugar a la siguiente. Cosas como éstas han forjado una paciencia de hierro en toda una generación.

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¿Lo reconoceis? ¡Es Shinobi!

Los juegos solían tener dos fases o partes: una en la cara A y otra en la cara B. Normalmente, al finalizar la primera parte se nos daba un código para poder jugar a la segunda, cosa nada sencilla porque la dificultad de estos juegos solía ser titánica para alargar un poco la vida media de los juegos. Esos códigos eran la parte más habitual de las secciones de trucos de la MicroMania y Microhobby, las dos revistas principales de ese momento.

MicroMania2

¡Que grande era la MicroMania! (Literalmente)

No iba a ser todo malo. De hecho, durante esos años los mejores juegos que podíamos encontrar eran españoles. Compañías como Dinamic, Topo Soft y Opera Soft nos dieron decenas de buenos juegos durante esos años. La lista es enorme: Mutant Zone, Game Over, Freddy Hardest, Army Moves, Navy Moves, Hundra, Turbo Girl, Phantis, Lorna, Colisseum, Chicago 30, Mad Mix Game (uno de los mejores juegos inspirados en el comecocos de toda la vida), el Capitán Trueno, Desperado (plagio de inspirado en Gun Smoke de Capcom), Tuareg, Capitán Sevilla (no os perdáis el cojonudo remake), After the war, MOT, Abu Simbel Profanation y el clásico intemporal La Abadía del Crimen.

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Corre, corre, que llegamos tarde a misa

Salvo contadas excepciones, esas compañías eran una garantía de encontrarnos ante unos gráficos más que correctos, una buena jugabilidad y al menos un buen rato de entretenimiento que compensaba las eternas cargas. Una lástima que esos estudios perdieran fuelle con los ordenadores de 16 bits (Amiga, Atari y PC) y las consolas, porque sabían cómo hacer las cosas bien. En 1.992, justo antes de desaparecer, la compañía Dinamic lanzó para Sega Mega Drive el juego Risky Woods (editado por Electronic Arts) siendo la primera incursión de un juego español en las consolas.

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El canto de cisne de Dinamic. Mas tarde volverían, en forma de PC Fútbol

Es normal que los juegos a cassette quedaran olvidados con la llegada de las consolas: nos ofrecían juegos inmediatos, sin esperas, con mejores gráficos, sonidos y músicas, además de un control vía pad mucho más cómodo que el teclado  (a muchos les sonará la cantinela “OPQA-SPACE”) o el joystick, pero hubo bastante Ilustridad dispersa entre esos cassettes y mucho HAMOR entre sus píxeles. Merecían un artículo como éste.

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