Alpha Protocol y el machismo exacerbado

Escrito por en Artículos - 26 junio, 2012


Espero y deseo que a estas alturas de la película, todo el que entre a esta bonita casa de decoración barroca y hortera que es El Pixel Ilustre, conozca de sobra mi amor incondicional por uno de los títulos más infravalorados de la presente generación: Alpha Protocol. Ahora bien, mientras que el juego me parece una auténtica obra maestra con una guión y una dirección para enmarcar (especialmente esta última), es cierto que peca en muchos momentos de regodearse en una discriminación positiva y un machismo que, el artículo que con acierto escribió ayer Bruno, me ha hecho ver con otros ojos. Por ese motivo quiero compartir con vosotros algunos pensamientos sobre todo este tema del uso del sexo y el morbo para vender, que al fin y al cabo es de lo que se trata todo esto: de vender juegos.

En Alpha Protocol te violan. No hay una escena muy sucia en la que un señor te pasa la mano por la cadera y tu imaginación completa el resto de la narración de la manera más lógica posible. No. Michael Thorton, el carismático y apuesto protagonista del juego está encadenado a una cama, una señorita de origen alemán bien entrada en la treintena y con una mala hostia de cuidado entra en la habitación, se baja los pantalones, se pone encima del señor Thorton y lo viola. No tenemos un primer plano de cómo la vagina de Sie, que es el nombre de nuestra querida alemana loca, engulle el pene del protagonista, pero tras el fundido a negro la vemos abrochándose los pantalones y queda bien claro que el acto se ha consumado. La conversación que precede a la escena rebaja un poco el tono de lo sucedido cuando ella le comenta a Michael que hacía media hora que le había desabrochado las cadenas pero no se habías dado cuenta (de lo mucho que estaba disfrutando, se entiende). Claro, ¿cómo darte cuenta de que te han liberado de una cama en la que iban a matarte si tienes a una maciza a horcajadas follándote salvajemente?

Me gustaría hacer notar que si la protagonista de esta escena fuese Lara Croft en lugar de Michael Thorton, posiblemente Bruno no habría tenido que escribir el artículo que publicó ayer, porque en todos los putos medios del mundo habrían puesto el grito en el cielo tan fuerte que no quedaría absolutamente nada que decir al respecto. Pero claro, entre que prácticamente nadie llegó tan lejos en Alpha Protocol y que presenciar la violación de un hombre es una cosa bastante más guay que presenciar la de una mujer, la escena de marras pasó sin levantar la más mínima ampolla entre los jugadores, que sencillamente lo vieron como un elemento más dentro de la ficción que plantea el videojuego. Videojuego en el que, por cierto, su protagonista aprovecha para follarse a todo bicho susceptible de ser penetrado y en el que, de hecho, te dan un logro/trofeo por pasarte por la piedra a todas las mujeres del juego en una sola partida. Y si claro, yo lo tengo y me lo pasé muy bien consiguiéndolo, faltaría más.

Llegamos pues al momento en el que hay que hablar de machismo, discriminación positiva o como cojones queráis llamarlo. Porque me cuesta entender que en pleno siglo veintiuno y con todo lo que llevamos recorrido, escuchar a una mujer gemir porque la están aporreando sea la hostia de provocador e incite al jugador a sacar su lado más oscuro, pero que un hombre se folle a todo lo que se ponga por delante entre tiroteo y tiroteo es un comportamiento normal que no incita a nada y es hasta recompensable. Vamos a ver, Nathan Drake se ha pasado gimiendo de dolor y poniendo morritos durante tres Uncharteds y nadie ha dicho nada. Lo escuchábamos, asumíamos que lo estaba pasando mal, y pese a lo terriblemente atractivo que es no nos hacíamos la paja mental de que sus creadores estaban intentando despertar nuestras fantasías más retorcidas (pese a que seguro que lo consiguieron en más de un caso). Fin de la historia. Ahora bien, una Lara Croft más joven de la cuenta suelta un par de suspiros porque la están machacando físicamente, y todos nos escandalizamos muchísimo y lo llamamos perversión. Pues yo no lo entiendo, oiga. Será que ya estoy pervertido.

Las personitas humanas somos unas criaturas de costumbres a las que nos gusta muy poco salir de nuestra rutina. En un personaje de videojuego está claro que la mayoría no queremos que las mujeres se queden con el rol tradicional que han desempeñado los hombres durante tanto tiempo. Eso de ver en el televisor a una mujer sufriendo nos incomoda y, lo que es peor, nos puede hacer quedar como perturbados mentales ante los ojos de otros si nos ven disfrutando de nuestro hobby. ¿Os imagináis jugando al nuevo Tomb Raider con esa Lara Croft sucia, ensangrentada y gimiente y que entre en la habitación vuestra madre? ¡Qué violento! Sin embargo si lo que hay en el monitor es un buen Marcus Fenix sudando como un cerdo, bañado hasta arriba en una aleación de sangre propia y ajena y dando unos gritos muy machos, no nos importaría lo más mínimo. El motivo es que sencillamente hay comportamientos que todavía están mucho más socialmente aceptados para un género que para otro. Y las mujeres, de momento, parece que nos gustan más vestidas de princesa y calladitas que sucias y jadeantes.

Volviendo a Alpha Protocol, en el juego de Chris Avellone y compañía encontramos montones de situaciones en las que nuestro protagonista tiene la posibilidad de comportarse como un auténtico hijo de puta con determinadas mujeres. Tanto es así que es posible matar de forma directa o indirecta a todos los miembros del sexo femenino que tienen la desgracia de cruzar palabras contigo. En una de las escenas, de nuevo bastante polémica si alguien la hubiese jugado, nos encontramos encañonando la cara de una chica indefensa de apenas veinte años. Y podemos disparar. Podemos soltarle un tiro a quemarropa en toda la cara y matarla. Si lo pensáis es horrible, aterrador y salvaje. ¿Pero sabéis qué? Da igual, porque es un videojuego para adultos. ¿Y sabéis qué sucede en los videojuegos para adultos? Que se asume que quienes los juegan son adultos capaces de captar la diferencia entre una ficción y la realidad. Disparar chicas en la cara es incluso más cuestionable que violarlas, pero dentro de un videojuego yo digo SÍ. Así, en mayúsculas. Si es por el bien de la historia (como es el caso) y encaja con la narración, ¿por qué demonios tratarnos como si fuésemos niños? ¿Por qué ocultarnos o no mostrar algo que sería perfectamente normal en la situación planteada? ¿O es que hay mucho niño de más de dieciocho años suelto por ahí?

Análisis: Thor, Dios del Trueno (NDS)

Tráiler de Scrolls, lo último de Mojang