Hace un año os hablé acerca de Okhlos, un simulador de griegos enfurecidos donde nuestro principal objetivo es acabar con el Olimpo de los Dioses mientras arrasamos con todo lo que se nos ponga por delante. Literalmente. En Okhlos iremos acrecentando nuestro poder destructivo a medida que diferentes personajes que encontremos en el terreno se unan a nuestra causa hasta formar una vorágine de populacho hambriento de derrocar a los de arriba.
Hace un tiempo que descubrí Okhlos y que me enamoré del concepto: manejamos a una turba de griegos cabreados cuyo objetivo es destrozarlo todo. Bueno, quizás no sea ese su objetivo primordial pero es complicado no arrasar con todo lo que encontremos a nuestro paso con una amalgama de lo más variopinto: esclavos, animales, soldados, burócratas, ciudadanos de a pie, fílosofos… Y lo hace con tan buen estilo, con esos amorosos gráficos, que es complicado que no te den ganas de ponerte a jugar ya a esta suerte de Pikmin ambientado en la antigua Grecia. Citamos Pikmin como referencia puesto que yo no conozco otro juego de estas características —Hola The Wonderful 101— que resulte parecido en cuanto a mecánicas.