Por qué me flipa NBA 2k16

Escrito por en Artículos - 11 marzo, 2016

No es ningún secreto: estoy enganchado al simulador de baloncesto de 2k. No puedo dejar de jugar. Llevo desde NBA 2k14 metiéndole horas sin control, como si fuera Nelson o Andresito con un Football Manager. Puedo estar jugando a cualquier otra cosa, pero no perdono uno o dos partidos al día en el modo MyCareer. He explicado varias veces por qué estoy enamorado de esta franquicia, pero voy a intentar resumir qué he encontrado en la entrega de este año para no poder dejar de jugar. Esto no es un análisis, ni nada parecido. Ni siquiera he probado todos los modos de juego. Qué demonios, ni siquiera sé cómo se juega a la mitad de los modos de juego que hay. Aquí os cuento cómo lo juego yo. 

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Es rolazo. Que no os engañen los balones, las bermudas, las zapatillas chillonas y las camisetas de tejidos transpirables: NBA 2k16 no es un simulador deportivo. O sea, sí. Pero no. Se puede jugar de un muchas formas y una de ellas es el RPG. Mis partidas diarias al NBA 2k16 son, basícamente, de grindeo. Juego partidos para sacar pasta y mejorar a mi personaje. Gestiono contratos publicitarios, hago entrenamientos, retoco mi estilo de juego… Todo para convertir a mi personaje en una superestrella. No hay mucha diferencia entre criar un escolta habilidoso con buena muñeca para los triples y entrenar un Gyarados. No sé distinguir entre dar vueltas para subir de nivel a tu avatar del World of Warcraft y jugarse una temporada entera sin simular partidos para sacar insignias.

Las mejoras van más allá de subir nuestro porcentaje de acierto en el tiro o nuestra potencia de salto. Además de comprar mejoras puramente estadísticas tenemos que pagar por los diferentes estilos de tiro, por los paquetes de mates o por los tipos de bote y regate del jugador. Algunas de estas mejoras pueden parecer meramente estéticas, pero cuando llevas tiempo jugando te das cuenta de que no es así. Algunos tipos de mates están reservados a jugadores de mucho nivel y son más difíciles de taponar. Las bandejas más caras suelen aguantar mejor la defensa del rival. El estilo de tiro en suspensión define el timing con el que presiona los botones. Si no eliges unas animaciones que se ajusten a tu forma de jugar y a las estadísticas de tu jugador, las cosas se pueden complicar mucho.

Las insignias son la forma que tiene el juego de recompensar tus puntos fuertes. Si pones muchos bloqueos, si regateas a menudo, si utilizas mucho el pick and roll, si anotas muchos puntos al contrataque… Todo eso va traduciéndose en insignias que te reconocen un talento especial para un aspecto concreto del juego. Si mejoras esas insignias, la eficacia de tu jugador en esas circunstancias mejorará.

No resulta muy difícil sacar las equivalencias roleras:

Estadísticas del jugador – Vitalidad, aguante, fuerza, destreza, resistencia, inteligencia…
Animaciones – armas, armadura, objetos…
Insignias – Talismanes, anillos, objetos mágicos…

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Realismo bien entendido. Me repito bastante con este asunto. Con NBA 2k16 me pasa algo parecido a lo que me sucede con Dark Souls o lo que comenté cuando hablé de Rocket League: los controles son los que introducen el realismo en el juego. Es verdad que los jugadores sudan, que Curry muerde el protector dental cuando lanza tiros libres, que las físicas mejoran en cada edición, que la narración y los comentarios (en inglés) están tan bien hechos que asustan, que los detalles están cuidados al extremo; sí, pero todo esto no serviría de nada sin un control que traslada de la pantalla al mando la sensación de pedir un bloqueo, la contundencia de hacer un tapón, el esfuerzo de salir a la contra o la concentración de defender al rival con el balón. ¿Recordáis el cansancio al apretar los botones en Shadow of the Colossus para agarrarse al pelo de los gigantes sin caerse? Esta impresión es constante en un partido de NBA 2k16.

Creación y obra. Esto es una consecuencia directa del punto anterior. Los controles son precisos y le entregan al jugador la responsabilidad de todo lo que hace. Cuando algo te sale mal, es por que no has jugado bien. Cuando algo sale bien, te recompensa con toneladas de satisfacción. Cuando algo sale espectacular, se te va la olla. Los números de tu jugador al final del partido, las repeticiones a cámara lenta y el resumen con tus highlights cuando eres el MVP son al mismo tiempo tu obra y tu premio.

Es ficción. Yo sigo la NBA como el que ve Los Vengadores. Veo a gente especial haciendo cosas imposibles. Por eso no veo NBA 2k16 como un simulador de baloncesto: lo veo como un simulador de superhéroes. Así es como recuerdo los nombres, los equipos y los puntos fuertes de cada jugador. Conocer bien los superpoderes de tus compañeros de equipo y de tus rivales es fundamental para jugar. Hay que saber qué puedes pedirle a cada jugador y qué puedes esperar de él en cada jugada.

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Te sientes negro. Y no por los motivos que estás pensando. La colaboración de Spike Lee en NBA 2k16 ha salido rana. Dejemos esto claro. El primer tramo del modo MyCareer se hace pesado y lento. Las cinemáticas son eternas y la historia es floja. Pero consigue algo que considero,muy importante: es uno de los poquísimos juegos mainstream en los que el jugador blanco puede sentir que el juego no ha pensado en él. Este Spike Lee Joint sorprende y puede hacer que los privilegiados que siempre tenemos un avatar que encaja dentro del juego nos acordemos de la importancia de la representación.

Si un jugador blanco intenta hacerse un avatar que se parezca a él, se encontrará con una historia en la que sus padres son negros, y su hermana gemela (este es el movimiento de GENIO, creo yo) es negra, su novia es afroasiática, su mejor amigo es negro y todo su entorno da por hecho que él también lo es. El cineasta hackea un vicio habitual del videojuego comercial para hacer que el jugador blanco sienta lo mismo que millones de jugadores sienten a diario: que los desarrolladores no han pensado en ellos.

Lo masculino, lo cisgénero y lo hetero sigue siendo la norma dentro del juego, por supuesto. La representación femenina dentro del deporte sigue siendo casi inexistente. Los debates sobre el sexo, el género y la sexualidad dentro de la competición profesional son un tabú que no se cura ni con mil portadas de Caitlyn Jenner. De momento podemos decir que el bofetón de Spike Lee en 2k16 es acertado, es necesario y nos pone un poco en nuestro sitio.

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