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Retro amor: Pokémon Pinball

Escrito por en Retro Amor - 27 febrero, 2015

Entre los cacharros que más relación han tenido con los videojuegos desde su nacimiento probablemente uno de los que se lleven la palma en cuanto a parentesco sean los pinballs, llegando al punto de que incluso en algunos lugares compartieron espacio físico con forma de salón recreativo. Con el tiempo,  estos dieron el salto a los ordenadores personales y las videoconsolas, hecho por cual Nintendo vio un señor filón al unir sus ideas a aquellas que hicieron grandes a la saga de la pequeña rata amarilla del infierno.

Y es que los pinballs, aparte de tener parecido físico con las cabinas de los salones recreativos, comparten una serie de mecánicas con nuestro medio. Si bien por razones obvias el área sobre el que jugamos siempre es la misma, para avanzar por ellas tenemos que seguir una serie de pautas que se nos van marcando. Aparte, otro de los aspectos más clasicotes del videojuego también está presente cuando nos ponemos a los flippers: la puntuación. A la vez que en Pac-Man o Tetris luchamos por sobrevivir el máximo tiempo posible también lo hacemos por realizar mejorar nuestras marcas, siendo lo primero causa directa de nuestros números finales.

Pokémon Pinball

Ninty, que en eso de explotar sus marcas tonta nunca ha sido, se dio cuenta de que era posible reunir en un mismo cartucho las bondades de Pokémon con las de tales máquinas, embutiendo todo en un juegazo para Game Boy Color, la consola que vio explotar a los Pikachu y compañía. A lo que vendría siendo el entramado mecánico habitual del género, Pokémon Pinball añade ese puntito de acumulación, de diogenismo exacerbado basado en la caza y adoctrinamiento forzoso de Charmeleons, Pidgeottos y demás fauna del mundo de Kanto, marcándonos una serie de procesos para obtener y evolucionar a los 151 pokémon de Rojo y Azul. Ambas ediciones aparecen representadas mediante sendas mesas en las cuales están las distintas zonas que podemos recorrer en los RPGs originales, copiando también la idea de que cada lugar posee una serie de bichos que no pueden ser capturados en otros sitios. Aparte y para dar un poco de variedad, existen unas cuantas fases bonus más reducidas y que nos proponen retos que salen de las rutinas «normales».

A pesar de las limitaciones de Game Boy Color, las gentes de Jupiter y Hal Laboratory brindaron un cartucho de lo más completo y que puede ser enfocado de varias maneras. Si bien tienes la evidente opción de coleccionar a todo quisqui tras ponerte el mono de Ash,  retomando lo dicho unos párrafos más arriba también puedes dedicarte a superar tu puntuación con cada partida, bola a bola. Es lo bueno de Pokémon Pinball, que lo tomes como lo tomes y a pesar de tener un envoltorio sencillote, cuando lo abres te da unas cuantas opciones para echar ratos agradables y de los que a la larga acaban enganchando, sobre todo porque en ningún momento deja de petarlo, ya estemos buscando nidorinos o subiendo a la estratosfera de la tabla de puntuaciones mientras reventamos unos cuantos digletts.

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