Papas que te lanzan bombas con la bandera gay: CHECK

Análisis: Electronic Super Joy

Escrito por en Análisis - 12 noviembre, 2014

Teniendo en cuenta los años de sequía plataformera de calidad en dos dimensiones que vivimos hace no mucho, uno pega un vistazo a tiempos recientes y no puede evitar sonreír viendo los juegazos que han ido proliferando desde hace unos años hasta ahora. Obras como los Rayman, Sonic Generations o Super Meat Boy volvieron a abrir paso al que quizás fuese El Género en tiempos de Super Nintendo y Mega Drive. Hace cosa de un año Electronic Super Joy se subió a este carro siguiendo a su manera la estela de alguno que otro de los juegos mencionados arriba, y la verdad es que lo hace de maravilla.

Digo a su manera porque comparte esa obsesión, esa hijaputez innata tan típica en Super Meat Boy que te lleva a querer destrozar el mando o teclado de turno; a ver cómo te salen callos y quemaduras de segundo grado en la mano tras el quincuagésimo intento de pasarte un tramo determinado. Lo peor es que esa sensación me encanta, no escondo que servidora siempre ha sido un poco putilla de los plataformas de ambiciones masoquistas para con el jugador. De los de ensayo-error-error-error-acierto, de los juegos que te obligan a tirar tanto de precisión como de memoria visual de manera desproporcionada. A lo largo de sus fases, las cuales afortunadamente tienen unos cuantos checkpoints que aliviarán un poco nuestras ansias por suicidiarnos, Electronic Super Joy se regodea en nuestra supuesta torpeza.

Electronic Super Joy

Y básicamente lo hace porque no  va de saltar y esquivar obstáculos, sino que esta indiegencia va de morir, y más concretamente de morir por tu culo. Somos un fulano que tras haber perdido un ojo, un brazo y las piernas a lo largo de distintos rifirafes, se dedica a clamar venganza porque un desalmado mago, tras todo el sufrimiento del que hemos hablado, le ha tangado el culo. Tal cual. Para ello tenemos que recorrer una buena tanda de mini fases divididas en tres mundos, cada uno con su jefe final  correspondiente. Estos nos obligarán a sacar todas nuestras habilidades a los mandos, al menos si queremos acabar con el Papa Franciso encubierto –digamos que es el Papa montado en un ovni que dispara bombas cuyas estelas son la bandera gay, RATZINGER DESDE LUEGO NO ES-, un monstrenco primo de Godzilla o el ya mencionado mago, quien nos hará sudar la gota gorda hasta que podamos destrozarlo tras esquivar sus hordas de pepinacos balísticos.

Electronic Super Joy

Lo mejor es que el juego de Michael Todd viene con una banda sonora acojonante, con una buena tanda de pistas techno machaconas a más no poder y que va acompañando todos nuestros movimientos, todas nuestras muertes. Tanto es así que aunque Electronic Super Joy no sea un juego rítmico del estilo de los Rhythm Tengoku o Paradise, a veces parece tener calculados los saltos que debemos realizar para que vayan en conjunción con los beats que vamos oyendo, lo cual consigue a veces –una vez dominado el juego, claro está- que tengamos una sensación de estar realizando una coreografía digna de Beyoncé. Y vaya coreografía.

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