Filmografías recomendadas: Golden Axe

Escrito por en Artículos - 25 marzo, 2013

Filmografías recomendadas: Golden Axe
Rescato humildemente del olvido esta peculiar sección cinematográfica, inaugurada por nuestro añorado Hatedpig y continuada por el indescriptible John Carca, para traeros una espero apañada selección de pelis basadas en ese subgénero literario conocido como Espada y brujería. Cómo no, Golden Axe es el videojuego más representativo y popular de tal rama.

Antes de tirarme al barro cabe concretar brevemente qué es Espada y brujería. La movida parte de la Fantasía épica inspirada en los antiguos relatos mitológicos —tanto griegos como nórdicos— y la denominada Ficción histórica. Al igual que la Fantasía épica, las narraciones de Espada y brujería describen las andanzas de un héroe en una era oscura de apariencia medieval y sus enfrentamientos contra hechiceros, monstruacos y un sinfín de aberraciones de carácter sobrenatural. No obstante y a diferencia de ésta, el ramal del género que hoy nos ocupa se centra más en los propios combates individuales del héroe en cuestión que en las calamidades que atenazan a la civilización por la que éste pulula. Dicho de otra manera, el relato se concentra en la acción inmediata y no en la amenaza de un peligro global. O sea, más hostias y menos «save the world». En cuanto al cine se refiere, me quedo con la definición que mi estimado Carlos Aguilar estipuló en el imprescindible libro La espada mágica, el cine fantástico de aventuras. «La Espada y Brujería representa respecto a la Fantasía heroica lo que el Western italiano al americano: una variante cruel y desabrida, incluso sucia o cuando menos cínica».

Dicho esto, no esperéis encontrar en el recopilatorio que vendrá a continuación señores con anillos, elfos y enanos medio (o completamente) moñas, dragones que hablan y divinos elegidos que rescatan el mundo de villanos todopoderosos que a la postre resultan ser unos putos inútiles. Tampoco leyendas artúricas o esas deliciosas fantasías orientales paridas en gran parte por el gran Ray Harryhausen. No. Esto va a ir de mazados con taparabos más brutos que un arado, chicas duras de pelar que enseñan muslo y pechuga, cabezas cercenadas sin remisión, monstruos más chungos que un ministro de economía y malvados muy furcios sucios la mar de degenerados.

Conan, el bárbaro (John Milius, 1982)

No sólo fue el filme que revitalizó la movida, sino también uno de los más ejemplares. Basada en las novelas que escribió Robert E. Howard desde 1932, el personaje alcanzó popularidad masiva entre las décadas de los 60 y 70 mediante los cómics de la Marvel y el talento de Roy Thomas, Barry Windsor-Smith y John Buscema. Su éxito fue tal que pronto se empezó a barajar la posibilidad de llevarlo al cine. Tras no pocos vaivenes con los derechos sobre Conan (estos fueron adquiridos en primera instancia por el productor Edward R. Pressman, que finalmente se limitó a tareas de producción ejecutiva), fue finalmente el inefable Dino De Laurentiis y su hija Raffaela quienes se llevaron el gato al agua.

La historia del rodaje tiene su mandanga. En principio el plan fue filmarla en la antigua Yugoslavia, pero la inestabilidad política debido a la muerte del dictador Tito propició que los De Laurentiis cambiasen de intenciones y eligiesen España como emplazamiento definitivo. Un hecho que a su vez facilitó la incorporación al reparto de un pequeño Jorge Sanz y de Nadiuska, reina del destape durante la transición. A modo de anécdota contaré que en Segovia hacía tanta rasca que debieron añadir vodka a la sangre falsa a modo de anticongelante. ¡Vodka!

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Litros de alcohol corren por mis venas, Crom

El elegido para encabezar el proyecto fue el expeditivo John Milius, que había cosechado cierta fama dirigiendo «El viento y el león» y la surfera «El gran miércoles» y escribiendo la en su día polémica «Harry el fuerte» y parte del guión de «Apocalypse now» (fama que dilapidaría de un sólo golpe con la reaccionaria «Amanecer rojo»). En cuanto al guión se refiere, sufrió varios cambios durante el periodo de gestación; en parte por culpa de Oliver Stone —porreta de honor y reconocido amante de las drogas psicodélicas— que en un principio quiso ubicar la historia en un futuro postapocalíptico plagado de zombis. Milius y Edward Summer finalmente escribieron un popurri basado en las historietas La torre del elefante, Clavos rojos, Ladrones en la casa y varias aventuras de la serie Rey Kull.

Del diseño de producción se encargó el ilustre Ron Cobb que, al margen de currar en casi todas las películas que configuraron nuestras infancias (véase Star Wars, Alien, En busca del arca perdida y Desafío total, entre otras), se ganó su prestigio a finales de los sesenta regalándonos las mejores portadas de los discos de Jefferson Airplane. No obstante, Milius admitió durante la promoción del filme que su principal influjo estético fueron las ilustraciones de Frank Frazetta, personaje decisivo que cimentó la tendencia de los ya clásicos pósters de cachas belicosos y amazonas despampanantes que tanto han beneficiado (por afinididad sentimental, añadiría) al heavy metal. Hablando de música, determinante a la hora de contribuir al tono épico de la obra fue la partitura del gran Basil Poledouris.

¿Y Conan? En un principio el proceso para hallar al actor que debía darle vida llevó de cabeza a los responsables de casting pero una vez apareció la figura de Schwarzenegger la cosa quedó clara. El culturista tirolés, que apenas había destacado en el cine bajo el nombre de Arnold Strong pero sí por su condición de Mister Olimpia y de bussinessman (antes de convertirse en el action man de los 80 y 90 ya era millonario gracias a su idea de abrir una cadena de gimnasios), lo tenía todo: músculos inverosímiles (tuvo que rebajar pectorales para poder manejar la espada con soltura), mirada de mala hostia y el careto adecuado que debía tener un onvre capaz de tumbar a un caballo de un puñetazo. Con todo, tuvieron algún que otro problemilla para corregir su cerrado acento germánico. El reparto lo completaron la macizorra Sandahl Bergman, Max von Sydow (que entonces estaba en todas), Gerry López, el entrañable Mako, William «Falconetti» Smith y James Earl Jones (famoso por poner voz a Darth Vader) como Thulsa Doom, entre otros.

conan y sven ole thorsen

Sven Ole Thorsen y el mazo que todos quisimos tener

La crítica fue despiadada, pero el público la amó sin remisión. Hecho que puso en pie el plan —que finalmente se fue al traste— para rodar hasta cinco continuaciones. Conan el destructor llegó dos años más tarde y la cosa no cuajó. Dirigida por un Richard Fleischer (20.000 leguas de viaje submarino, Los vikingos) en horas muy bajas, esta segunda entrega adoleció la falta de contundencia y brutalidad vista en el bárbaro. Las mutilaciones, la mala leche y el tono áspero se esfumaron para obtener la calificación TP, el diseño de producción al estilo puro cartón piedra de Pier Luigi Basile no era digno de olisquear las ventosidades del de Ron Cobb y el grupo protagonista, pese a la presencia del pívot Wilt Chamberlain y de Grace Jones, no poseía el carisma del anterior. Caso más sangrante fue la siguiente, la infumable El Guerrero Rojo: también de Fleischer y con Brigitte Nielsen como Red Sonja. Problemas con los derechos obligaron a los guionistas a sustituir el nombre de Conan por el de —ay— Kalidor. Del remake de Marcus Nispel tan sólo diré que Jason Momoa necesita chorrecientos hectolitros de Cola Cao para hacernos olvidar a Schwarzie… al que próximamente, presumiblemente durante el 2014, veremos de nuevo ejerciendo de King Conan.

Seguimos con el repaso, pero no temáis. Me he extendido con la cinta de Milius por ser el referente; las siguientes reseñas serán más breves.

El señor de las bestias (Don Coscarelli, 1985)

Coscarelli es bien. Si sus Phantasmas fueron una de las más tempranas aproximaciones al género yuyu B para la generación nacida a finales de los 70, su Beastmaster fue la primera toma de contacto de estos con la espada y brujería cinematográfica. No alcanzaba la crudeza de Conan, pero contenía pasajes un pelín oscuros y había tetas. Las de Tanya Roberts, nada más ni nada menos.

señorbestias tanya roberts

Además Coscarelli supo dotar al grupo de un carisma particular. En el primer Conan teníamos a un bárbaro, a una amazona, a un ladrón y a un mago; aquí a un señor —Marc «Donovan» Singer— de las bestias, a una guarra chica sensual —también pelea pero su principal cometido era exhibir sus encantos—, al hermano pardillo del primero, a un negrazo con encanto —el simpático John Amos—, una pantera —que en realidad era un tigre teñido; chúpate esa PETA—, un águila imperial y un par de hurones mangantes. Y como contrincantes dos final bosses: un brujo muy chalado (ósom Rip Torn) y sus hechiceras, y un enmascarado mudo de mirada asesina y su ejército —¡Los Junns!— de saqueadores. Mención aparte merecen los Guardias de la Muerte y unos pavos alados tope raros que se jalaban a la peña de mal ver. Por contra, la trama giraba en torno a un elegido pero vaya, cosas peores se han visto. Sin ir más lejos, en las dos continuaciones que tuvo.

Los bárbaros (Ruggero Deodato, 1987)

Pura crema. Carne de videoclub desde el momento de su concepción, esta tardía imitación a lo telecinco contiene algunas de las escenas más memorables vistas en el subgénero. De entrada tenemos doble ración de tranca bárbara (los hiper anabolizados e impagables gemelos Paul), un nutrido abanico de féminas y un grupo de perroflautas a medio camino entre la versión chachi del Cirque du soleil y el reparto de Freaks de Tod Browning. ¿Habéis visto alguna vez a un ahorcado capaz de romper la soga hinchando el esternocleidomastoideo? ¿A un cachas acojonar a una serpiente de un grito pelao’? ¿A una bruja con un roscón a modo de corona? ¿A un par de anormales aullando tras cortar la cabeza de un hombre lobo? ¿Al mismo tándem soltando paridas en el interior del estómago de un dragón? ¿Profecías que sostienen que la reina —Borbones, tomad nota— debe ser aquella virgen que pueda sostener un rubí con el ombligo? ¿Y a Michael Berryman —Las colinas tienen ojos— luciendo cuerno cual unicornio? ¿No? Pues ya estáis tardando. Lo tiene todo. O casi, teniendo en cuenta que el director es el de Holocausto Canibal y Cut and Run, se echan en falta más dosis de tetamen y gore.

barbarians

A destacar la banda sonora del gran Pino Donaggio, aquí luciendo su vena más italo disco, y la labor del sempiterno villano Richard Lynch. Por cierto, aunque el elenco de actores parezca recién salido de un gangbang y uno de los productores de la cinta se llame John Thompson, no tiene nada que ver con la pegajosa productora de deutsche porno GGG. Esto es Izaro-Canon. Joder, Izaro y Canon, como os echamos de menos.

Tygra: fuego y hielo (Ralph Bakshi, 1983)

Animación con mayúsculas. Si priorizáis el buen gusto ante todo, ésta es vuestra peli. No revela grandes tramas ni personajes del copón pero entre la banda sonora, la calidad de los dibujos —de nuevo allí está Frank Frazetta— y su exquisita sensualidad (lo que viene a ser poner palote sin mostrar pezón) la suma resulta sobradamente positiva. Para llevarla a cabo Bakshi empleó la técnica rotoscópica ya vista en Los hechiceros de la guerra, El señor de los anillos y la ejemplar American Pop (técnica que, dicho sea de paso, recuperó no hace mucho Richard Linklater en las gafapastosas Waking life y A scanner darkly). Probablemente le hubiesen hecho falta un par de marchas más y un guión más elaborado pero es tan bonita y evocadora que se lo perdono todo.

Una ninfómana bárbara en el infierno de los dinosaurios (Brett Piper, 1990)

Me apuesto un gritón de euros a que habéis googleado el torrent tras leer el encabezado. No lo hagáis. Es Troma, sí, pero hacedme caso si os digo que con el tráiler os basta y sobra. Y es que el título es un anzuelo para pezqueñines inocentes: sólo salen dos dinosaurios —Ultraman style— y la protagonista no muestra su hipersexualidad en ningún pasaje. Tampoco tiene ese punto pandilla basura que nos enamoró irremediablemente de la ilustre productora neoyorkina. Cero patatero, vaya. Ahora bien, aprovecho para exigir enérgicamente un remake a la altura de su tan delirante título. Y un videojuego también, leñe. Nos hace falta como agua de mayo.
ninfómana troma

El combo Cadillacs & Dinosaurs está bien, pero esto es un flawless victory

Hundra (Matt Cimber, 1983)

¿Recordáis el Retro Amor de Galious? Pues ésta es la peli en la que se basaba aquel juegaso. Contrapartida patria, femenina y de pretensiones reivindicativas del cimmerio que resulta entretenida durante la primera media hora. Todo lo que viene después es un soberano peñazo. Eso sí, teniendo en cuenta el nivel medio de esta recopilación se podría considerar entre las bien rodadas. No en vano el operador —John Cabrera— fue el director de fotografía de la segunda unidad del filme de Milius; con el que también compartió elementos de atrezzo y localizaciones. Además la música la pone el maestro Morricone y sale María Casal (La que se avecina) en sus años buenorros. Aunque no salen peras y apenas contiene idas de olla de carácter fantástico, advertidos quedáis.

La reina de Barbaria (Héctor Olivera, 1985)

Ya que estamos centrados en las bárbaras, vamos con una que sí muestra lo que queremos ver: muchas tetas y esculturales cuerpos untados en Koipesol. Otra cosa no pero atributos exhibe para detener un tren. El resto es estríctamente malo… lo que en ocasiones quiere decir bueno. Según cómo se mire. Mola y malo, fallo y folla. Sólo cambia una letra y de vosotros depende elegir el orden. La segunda parte es más de lo mismo. O sea, bien.

Ator, el poderoso (Joe D’Amato, 1982)

Tras los Conan y El señor de las bestias, probablemente la película de este palo que tuvo mayor repercusión por estos lares. Al romano D’Amato (aka Aristide Massaccesi), responsable de caspa de qualité como Demencia, Holocausto porno, Bronx: Lucha final, Terror sin límite y buena parte de las secuelas de Emmanuelle —así como de una envidiable videografía porno en la que figuran títulos como Torero y Rocco y los siete magníficos—, todos los fans fatales de las filas superiores de las estanterías de los videoclubs de barrio le debemos algo. La trilogía de Ator —al loro, que hay dos terceras partes y sólo una, la de este cachondo director, es la auténtica— no es su mejor obra ni de coña pero bien vale una tarde de birras y risas. Protagoniza el chulo piscinas Miles O’Keeffe, algo así como un cruce entre Michael Dudikoff y cualquier metrosexual nivel advanced del gym.

Ator, el poderoso

Mal

En fin, como esto se está saliendo de madre y el contador de palabras me está empezando a mirar con rabia, a continuación soltaré de carrerilla la retahila de similares pendientes. Empezando por otra saga, Deathstalker. La primera y especialmente la segunda (James Sbardellati en 1983 y Jim Wynorski en 1987, respectivamente) cumplen con todo lo que esperamos del género en su vertiente más «cutrefacta». Con todo cabe señalar que la cuarta y última entrega tuvo el honor de aprovechar parte del vestuario de Handlolo Troll 2, así como algunas escenas de las tres primeras. Kull el conquistador (John Nicolella, 1997) no se aguanta ni con MDMA, pero salen Kevin Sorbo y Tia Carrere… que su número de fans tendrán, digo yo. Cromwell el rey de los bárbaros del ligérsico hawaiano Albert Pyun —responsable de la versión buena del Capitán América— es más de lo mismo. No la recomiendo. La espada salvaje de Krotar, Gunan el guerrero, Thor el conquistador y la argentina Los hechiceros del reino perdido es más garrafón infrahumano por mucho humor que uno le eche; son insoportables. Harina de otro costal son Gor, que narra las aventuras de un profesor que es teletransportado a un planeta poblado por la gente cuadrada que hoy nos ocupa (y en cuyo reparto figuran Jack Palance, Arnold Voosloo y Oliver Reed), y las retrofuturistas Yor: el cazador que vino del futuro, El guerrero del amanecer con Patrick Swayze y, sobre todo, Los nuevos bárbaros que pusieron de moda la mezcla trementináica entre los géneros de barbarie fantastique y el futuro postapocalíptico tan de moda desde Mad Max. La última mencionada, dirigida por otro gigante de los videoclubs como es Enzo G. Castellari —los italianos tienen una sensibilidad especial para estas cosas— merece la pena que os la apuntéis en cualquier objeto que tengáis a mano. El explotadísimo término bizarro volverá a tener sentido para quien haya perdido la fe en ello. Más allá de su título poco o nada tiene que ver con Conan y no digamos ya con Golden Axe pero si no la nombró me como el brazo. Las carnavalescas La conquista de la tierra perdida, El trono de fuego y La guerra del hierro son un olé-olé-olé de toma pan y moja. Pura tralla, pero bien merecen un visionado como mínimo.

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Pataleta nostálgica: ya no se hacen portadas como esta…

Dejo para el final tres perlas. Dos procedentes de oriente: la turca Altar y la india Ramaa the saviour con sus repartos recién salidos de un videoclip de Camela o cualquier sucedáneo de rumba-bacalao y la gracia natural de ultratumba que suelen tener en esos países a la hora de planificar las cosas del cine (léase puesta en escena, montaje, etc…). La primera, también conocida como Turkish Conan a secas (con un par), parte de un cómic propio del país. Algo así como nuestro Capitán Trueno. Lo malo —o lo bueno, según se mire— es que a algún iluminado se le ocurrió introducir con calzador y vaselina muchos palabros que no vienen a cuento y rompen la magia. La otra, una potentísima combinación de Mowgli a lo bestia y Los chicos del coro versus Tron, cuenta con los típicos pasajes musicales bollywoodienses. Buscadlas si tenéis estómago. Por último y no por ello menos importante tenemos la española Tunka el guerrero que también cuenta con lo posnuclear como telón de fondo. Dirigida y protagonizada por Joaquín Gómez Sáinz (conocido como Dan Barry en aquellos tiempos), un tipo de melena rubia tono Chocobo de bote que le echó huevos y salió al campo con sus colegas cámara en mano, es una de esas muestras de superación personal y desinhibición que ayudan a forjar el carácter y aguante del espectador medio.

tunka

Las similitudes entre la portada y su contenido son pura coincidencia

Y hasta aquí el repaso. Os dejo con Roberts y La Reina bárbara. Espero que os haya servido y que, con o sin ellas, paséis una gran semana santa.

The Beastmaster-tanya roberts

Barbarian Queen ok

barbarian queen ok2

cosplay

Susto y final

Bientôt l'été

Temazos Ilustres #5: Staggered Injection