Retro amor: Age of Mythology

Escrito por en Retro Amor - 3 octubre, 2012

A mi los RTS me gustan, pero con reservas. Los que son más complejos me joden vivo, no soporto tener que estar pendiente de miles de datos y de chorropecientas posibilidades de combate o de desarrollo. “Make it simple, but significant”. Pegar muchos tiros en Dawn of War antes que pensar en cómo contrarrestrar un zerg rush en StarCraft. Por ello amo Age of Mythology, porque fue una leve simplificación respecto a Age of Empires II y encima introdujo un giro hacia lo fantástico que le sentaba de lujo.

La mitología grecolatina es la definición de la épica, como los dioses mandan. Sus héroes, bestias e historias son una locura digna de Michael Bay donde no hay explosiones pero sí dioses convertidos en toros que se quieren follar continentes o semidioses nacidos de corridas en los muslos de diosas. No es coña. Quizá por eso, como elegir a un cabrón de estos era muy difícil, durante la campaña manejamos a un hérie ficticio, un Jason Statham llamado Arkantos que es ni más ni menos que un atlante, de la Atlántida. Ay, ya sabéis cómo va a acabar el juego, ¿verdad? Sigh.

Nos embarcamos en una misión para recuperar un símbolo de nuestra isla, el Tridente de Poseidón, nuestro dios, que nos lo han robado unos piratas usando un puto Kraken. Más bien, decenas. Para ello, iremos relacionándonos con otros badasses de la mitología clásica: Ajax, Aquiles, Ulises, etc. y los ayudaremos en sus misiones. Sí, nosotros estamos en el asalto final a Troya. El caso es, algunos héroes tienen más relevancia en la historia y otros simplemente se pueden crear en los asentamientos, pero todos ellos tienen poderes, resistencia extra y bonificación de daño contra bestias mitológicas. ¿Bestias mitológicas? Oh, sí.

Graficazos para la época, oigan

La cosa no queda en Grecia porque según avanzamos tras nuestra némesis, iremos recorriendo las baldías tierras balcánicas, el inframundo, Egipto, otro inframundo y los países nórdicos, cada uno con sus religiones, tropas y formas de desarrollo. Hay elementos comunes a todas ellas, pero las tropas, su efectividad y su fuerza cambian radicalmente. La historia es más o menos interesante y su más sencilla pero entretenida recolección de recursos tiene un factor que depende de la raza (principalmente el favor divino) consigue que el juego no se vuelva repetitivo. Y para dar más variedad, cada raza tiene muchas diferencias entre sí: cada una tiene sus edificios propios y crea las tropas a su manera. Los griegos son muy básicos, pero fuertes; los egipcios crean tropas ligeras y rápidas y dependen mucho de los sacerdotes; y los nórdicos son lentos y fuertes y todas sus tropas pueden construir y hacerse guerreros. Sí, un granjero puede hacerse un guerrero, normal que fuera mi raza favorita.

De todos modos, donde el juego se pone jugoso es en la formación de ejércitos: crear cíclopes, minotauros, gorgonas, quimeras, esfinges, momias, krakens, gigantes de hielo… o arqueros, caballerías, arietes y soldados de toda la vida. En la disyuntiva de hacer un arquero o un cíclope que coge soldados y los lanza los unos contra los otros, todos sabemos qué vamos a elegir. La gracia de esto reside en que hay que ganarse a los dioses para conseguir gracia divina con la que crear estos monstruos. Locurón conceptual tremendamente efectivo que cambia según la religión: Los griegos rezan, los egipcios crean monumentos y los nórdicos… se lian a hostias por el favor de sus dioses. ¿De qué sirve rezar a Thor? Lo suyo es liarse a palos con los enemigos para que vea que eres un puto vikingo de verdad. O una valikira, que en este juego hay guerreras a caballo, maldita sea, ¿hacen falta más razones para que guste?

Bueno, sí, hay una forma más de convenceros de la grandiosidad del juego. Los dioses, que elegimos cuando avanzamos de era, nos conceden poderes divinos que podemos usar una vez por batalla. ¿Recordáis La Jungla III? “No me llamo Jesús, me llamo Zeus. Sí, Zeus, como el padre de Apolo, el del Monte Olimpo, el de no me toques los cojones que te meto un rayo por el culo”. Bien, pues esto, en este juego, es literal: el poder de Zeus es un rayo para matar un enemigo con un relámpago. Y así todos los dioses. JUEGO DE LA VIDA.

El único fallo del juego: Zeus no es un negrata de Harlem

Para colmo, hicieron una expansión donde se manejaba a la raza atlante y al hijo de Arkantos, que creía en los titanes en lugar de en los dioses. Bastante larga, bastante divertida. Y para colmo, hay campañas descargables hechas por usuarios, que no he probado ninguna, pero me imagino que, con tal de alargar todo el cachondeo mitológico, me vale.

Si no habéis jugado a este juego porque no era el Age of Empires III, que luego fue una puta mierda, dadle una oportunidad. No decepciona y es tan sencillo que se puede jugar a hacer el cafre como si no hubiera mañana. Lanzar enemigos de una cornada de minotauro es una experiencia necesaria en la vida de todo ilustre. Ah, oh, y la intro era la polla.

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