Análisis: Juego de Tronos

Escrito por en Análisis - 15 octubre, 2012

Lo que hace la tele… Hasta hace un par de años, las novelas de Canción de Hielo y Fuego solo eran un fenómeno para los aficionados a las novelas de fantasía épica y desde que apareció la serie de televisión nos hemos visto abrumados por una avalancha de merchandising que abarca desde camisetas, tazas, chapas… hasta memés de internet. Por supuesto, los videojuegos no iban a quedarse al margen de este filón oportunista. Ya se sabe que en el Juego de Tronos o ganas o mueres… ¿Qué le corresponderá al videojuego?

Nada más empezar, vemos como una de las opciones de personalización del personaje es “Caballero Hacendado”. Es inevitable pensar en los supermercados Mercadona cuando vemos esa palabra, pero más inevitable es pensar en Hacendado cuando nos damos cuenta que Juego de Tronos es un juego de marca blanca que ha tenido la suerte de hacerse con una licencia de éxito sin querer: Cyanide ya estaba desarrollando el juego y a medio desarrollo se convirtió en el juego oficial de la serie de televisión.

Y es un juego de marca blanca porque mientras lo juguemos tenemos la sensación de estar jugando a uno de esos juegos que pillamos del cajón de saldos del Carrefour, juegos con un nivel técnico deficiente al que podremos llegar a encontrarle cierto atractivo gracias a una excelente relación calidad/precio. Calidad Hacendado.

Unos cuantos Caballeros Hacendado discutiendo en la cola del súper

Para empezar, Juego de Tronos es un juego feo, con una fealdad a dos niveles. El primer nivel de fealdad corresponde al escaso mimo que le han dedicado los desarrolladores al juego: la falta de detalle de los escenarios, la repetición constante de PNJ’s y todos esos detalles que molestan a los graphic whores. El segundo nivel de fealdad corresponde a la representación de Poniente, no muy diferente a lo que se ha visto en la serie de televisión.

Al contrario que en los RPG’s, cuyos entornos almibarados nos enseñan frondosos y hermosos bosques en los que viven los Elfos, majestuosas montañas repletas de Enanos y en el que los buenos viven en lujosos castillos de muros de alabastro y los malos en retorcidas fortalezas rodeadas de malvadas criaturas. Pero no es así en Juego de Tronos. Poniente es una pocilga comparado con los mundos de fantasía a los que estamos acostumbrados en los videojuegos. Desembarco del Rey huele a sobaco y a sudor de culo y no respira la majestuosidad de la típica ciudad real de los RPG. Tampoco las doncellas son hermosas (ni siquiera las putas) y los caballeros huelen a vino agrio y no a victoria.

Ese peinado es fealdad de segundo nivel en estado puro

Los gráficos de Juego de Tronos no son lo peor. Nos venden un RPG, y como tal también se queda bastante corto. Un sistema de subir niveles, con sus habilidades y sus puntuaciones, y un poco de gestión de inventario puede que fuera el stándard del RPG hace 20 años, pero las cosas han cambiado un poco en ese tiempo. La libertad de exploración se ve muy limitada al estar el juego organizado por capítulos, con su misión principal que cumplir y alguna que otra misioncilla secundaria. La posibilidad de interactuar con los personajes no jugadores es mínima, ya que solo podremos entablar una conversación con unos pocos personajes predeterminados, y lo mismo con los objetos del entorno.

Y el combate… El sistema de combate de Juego de Tronos podría parecer a primera vista similar al de juegos como Dragon Age: Origins. Pulsamos un botón y aparece una rueda de habilidades mientras la imagen se ralentiza. Elegimos la acción a realizar y seguimos atacando. Lo que pasa es que en Juego de Tronos la magia sigue siendo algo de cuentos de vieja y todos los tipos de personaje se basan en el combate físico. Como jugar a Dragon Age: Origins con un grupo formado por cuatro guerreros… ¿Os parece aburrido? No solo lo es sino que es tan espectacular como una yogurtera. Además, es muy fácil que nos maten cuando nos vemos superados en número: no somos superhombres capaces de matar a 20 enemigos sin despeinarnos y si nos vemos rodeados por más de tres enemigos es casi seguro que acabaremos criando malvas en una secuencia tan espectacular como el combate en sí: un miserable fundido a negro con la inscripción de GAME OVER cuando nuestro personaje recibe el último golpe. No hay epicidad en la muerte; seguro que hasta se caga encima y nuestros enemigos emanan el olor de la victoria desde las heces que salen de nuestros relajados esfínteres. Toca volver a cargar la partida…

Al final estamos más pendientes de esto que del combate en sí

Doblaje bastante amateur, escenarios y personajes feos, escasa entidad rolera, interminables tiempos de carga, interminables conversaciones entre personajes, bugs y glitches a cascoporro, dientes de sierra de las que hacen sangre, las putas no enseñan las tetas… El panorama es desolador… Pero ¿tiene algo que merezca la pena? El hecho que no estemos hablando de un C2C así lo demuestra… La Historia.

La historia del juego de Juego de Tronos transcurre paralela a los hechos del primer libro: la muerte de Jon Arryn, el nombramiento de Eddard Stark como Mano del Rey, la muerte de Robert Baratheon y la ejecución de Eddard Stark como punto final. Estos hechos aparecen como trasfondo en la historia de los dos personajes que controlamos, pese a contar con apariciones estelares como Varys, Jeor Mormont, Cersei Lannister y el propio autor convertido en Maestre Martin, y no interfiere a los hechos que se desarrollarán ante nuestros ojos.

¿Cersei o Letizia?

Mors Wesford es un miembro de la Guardia de la Noche que lleva en secreto su habilidad de cambiapieles con un perrito que siempre le acompaña. Es conocido como “El Carnicero” por su ferocidad en combate. Un día, recibe una misiva de Jon Arryn, viejo compañero de batalla en la Rebelión de Baratheon, quien le ruega que proteja a una misteriosa damisela.

Alester Sarwick vuelve a su Aguasfuentes natal tras 15 años en el exilio como Sacerdote Rojo tras conocer la muerte de su padre. Ahí se entera de boca de su hermana Elyana que su hermano Gawen ha sido acusado de parricidio y su hermanastro bastardo Valarr Colina, fiel sirviente de la Reina Cersei Lannister conspira para ser nombrado Señor de Aguasfuentes al contar con el favor de la Reina.

Mors luciendo tableta y Alester to pasmao

Esos son los dos personajes y su punto de partida en Juego de Tronos. Cada personaje va desarrollando su historia en capítulos alternativos hasta que convergen en un punto común. Historia que contará con lo que ya estamos acostumbrados en los libros: giros inesperados, traiciones, muertes repentinas, secretos y otros detalles truculentos que hacen que siempre digamos “venga, un capítulo más” cuando estamos leyendo una de las novelas. Y eso, cuando estamos habituados a que el argumento base de los RPG sea “un niñato es el Elegido para salvar el Mundo” es algo que se agradece.

¿Vale la pena aguantar las casi 30 horas del juego por una buena historia? Yo lo he hecho y, aunque reconozco que en algún momento se me ha hecho bastante cuesta arriba, visto el desenlace final (seguro que hay varios finales posibles) no me arrepiento de haberlo hecho, pero entiendo perfectamente que no se tenga paciencia para aguantar dos docenas de horas de un juego regulero sólo para enterarse de la historia. En el Juego de Tronos se gana o se muere… Si la muerte corresponde al cajón de los saldos, me temo que el destino del juego de Cyanide ya está escrito. Destino Hacendado…

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