Retro Amor: Los inicios de NBA Live y NBA Jam

Escrito por en Retro Amor - 21 junio, 2012

Y Dios EA dijo:

«Los juegos basados en la NBA, sean nuestros o no, son una bazofia. Hay que cambiar eso.

Háganse pues los videojuegos de baloncesto que, en estas épocas donde predomina el píxel, intenten imitar eso que llaman realidad. Que sean simuladores que pretendan ser fidelignos con lo que se ve en una cancha, que intenten transmitir lo que significa «baloncesto» al jugador aunque después no arrieguemos mucho con su puesta en escena. Que se ciñan a las Leyes del Orden, que tengan sus faltas, que pretendan simular inútilmente el flujo de un partido a pesar de las limitaciones técnicas imperantes. Que el modo arcade no sea muy loco, ¿eh?. Que salga Shaq y lo parta todo, pues también tendremos la licencia para incluirlo en el juego. Ja. Total, si tenemos a Shaq ni siquiera necesitaremos crear ambiente baloncestístico. ¡Da igual que el sonido sea una mierda, nadie se va a coscar!»

Dios EA, que tonto nunca ha sido, vendió la misma fórmula año tras año desde 1995 hasta 1998 en Mega Drive y Super Nintendo. Renovando plantillas, claro está. Dio igual que los juegos fuesen prácticamente calcados, ya que los compradores fuimos (sí, me incluyo en el paquete) harto gilipollas y nos hicimos con nuestras raciones de copypasteo anuales. Viéndolos con la perspectiva del tiempo y de los pelos en los bajos, caes en la cuenta de que la serie tenía una IA de mierda que incitaba al jugador a hacer lo que le saliese del nabo al llegar a la zona de ataque, eso por no hablar de sus movimientos toscos y de su monotonía general.

Así fue cómo los NBA Live fueron desfilando, uno tras otro. Como nota curiosa, las versiones de Mega Drive siempre fueron mejores que las de Super Nintendo.

Lucifer Midway, de mientras, quiso ser diferente. Superior. Quiso acaparar mucho, quiso ser más grande que el conservador Dios EA. Aunque para ello tuviese que ser más descarado, más guarro, más ZAS, en tu puta cara. Por y para ello renunció sin miedo a muchas de las normas baloncestísticas sagradas.

Se dijo a si mismo «para qué quiero faltas, si puedo meter hostias, robar la pelota y salir escopetado hacia un contraataque mortífero. Por qué necesito mates con animaciones tetrapléjicas si dicho mate, el gesto más espectacular y característico de este brudical deporte, puede ser potenciado por mil. Donde Shaq da saltitos de maricona yo quiero pegar brincos que no tendrían lugar ni con la suma de unos Jordan, Wilkins y Webb hartos de carne de Irún. Tampoco necesito introducir un sonido ambiente que parece un putrefacto vómito dieciseisbitero si puedo añadir unos comentarios simples pero jodidamente efectivos. Definitivamente, sí, «he’s heating up», «he’s on fire» y «BOOMSHAKALAKA» serán expresiones que van a grabarse en muchas cabecitas. Por mis santos cojones.

Para qué quiero ser normal y vivir acomodado, si puedo crear algo caóticamente orgásmico. Algo para jugar en solitario o acompañado y que sea divertido de ambas formas. Algo que pueda ser recordado como lo más grande por mucho que el tiempo le pegue guantazos, por mucho que me acaben sepultando durante años injustamente.»

Sobra decir que lo consiguió.

No fue hasta la siguiente generación cuando pudimos ver algo realmente diferente en casa de EA, algo que, por cierto, también daba bastante vergüenza ajena en sus primeros opúsculos. Al menos hasta aquellos NBA Live 99 y 2000, con los cuales esto de jugar a un simulador de baloncesto con mandos empezó a ser potable. Aparte, incluso añadieron con el tiempo algunos modos extra como aquel 1 contra 1 callejero, cosa que siempre se agradece.

Si volvemos a los inicios, NBA Live se mantuvo durante varios años en la generación de los 16 bits gracias al cuento de la lechera. Lo malo es que a EA nunca se le rompió el cántaro y encima siguió vendiendo. Considero que algunas compañías tienen que saber cuándo parar con sus marcas en consolas medio obsoletas, pero claro, esto es un negocio y yo me tengo que joder. Las cosas funcionan así y yo no tengo por qué comprar. Haya paz.

NBA Jam en esta generación también tuvo varias iteraciones, pero no fue tan explotada de manera innecesaria. Tournament Edition añadió unas cuantas pijaditas (entre las que destaca el poder jugar con los Clinton, lol), y Hangtime mejoró mucho visualmente lo que se había mostrado antes (poseía una fluidez bastante apañada en una consola como Mega Drive) aun perdiendo un poco de gracia su apartado sonoro. Mención aparte merecen las versiones de este Hangtime para 32 y 64 bits, auténticos orgasmos gráficos y jugables. Con todo, sin duda alguna sus secuelas siguieron teniendo cosas que EA siempre echó en falta: frescura, descaro y boomshakalakas. Por eso, a día de hoy siguen enganchando como el primer día.

Old NBA Jams are still on fire.

The Basement Collection, recopilatorio de Edmund McMillen

Okami HD, puro amor