Retro Amor: Sunset Riders

Escrito por en Retro Amor - 22 febrero, 2012

Este western mata-mata es más clásico que una partida de mus con unos pacharanes después de comer y merece su rinconcito amoroso en este ilustrísimo lugar. En su versión de recreativa (también hay versiones para SNES y MegaDrive) me robó tantas pelas como para ficharme a CR7 como mayordomo personal. Vale, me mola exagerar, pero es que con 6-7 años jugaba a dobles con mi hermano mayor, al cual no le quedaba otra que sufrirme hasta que me mataban para poder intentar llegar lo mínimamente lejos… y creedme: no era fácil.

Estás en el lejano oeste y millones de bandidos y forajidos van a por ti y tú, que eres el fuck’n prota, con un vestido al más puro estilo Agataruizdelapradesco, te los cepillas como si nada solo para llegar al jefe de la banda, darle la paliza de turno y llevarte la pasta de la recompensa. Guionazo de manual que da absolutamente igual pero del que, documentándome y tal, he leído (sorprendentemente y por ello lo menciono aquí) quejas incomprensibles nivel “Minecraft tiene unos gráficos de mierda”. Muestro mi preocupación por el mundo que le dejamos a nuestros hijos con el siguiente emoticono:  D:

Cuanto peor sea el profesor de una asignatura, mas y mejor me «documento» en clase.

Volviendo a lo que importa, supongo, para realizar tal heroica peripecia puedes elegir entre un grupo de cuatro coloridos vaqueros compuesto por los típicos personajes que nunca te pides, Steve y Billy, o por los que el 95% de los jugadores usaban porque eran obviamente mejores: Bob y Cormano que me la agarra con la mano era un mejicano con un poncho rosa. Eran mejores porque usaban escopetas que dicen que disparan mas lento que los revólveres de los otros (dicen, porque un ojo normal no nota la diferencia) pero sus balas se dispersaban en mayor ángulo dando a mas rivales a la vez. Yo siempre me pedía a Cormano y no por la rima. Mi hermano (ocho años mayor y por tanto con mucho poder sobre mi) se pedía a Bob porque no iba de rosa. Hoy en día sigo esa tradición y cuando me echo unas partidicas me le pido… bendita nostalgia.

Cormano forever

Una vez que habías elegido a tu Power Ranger vaquero veías que Sunset Riders era un juego estilo Metal Slug o Contra con más clichés que una película de Alfredo Landa, con niveles a caballo igual de asquerosos que los de agua del Mario Bros  y con enemigos con la efectividad de Fabio Coentrao (te odio) y que además caen como moscas. La cosa iba de barrer la pantalla a tiros hasta llegar al líder (presentado al principio de cada nivel con un cartel de “Se Busca”). A partir de ahí las vidas caían a una velocidad estrepitosa porque te sepas el “truquillo” del enemigo o no, algún balazo te comías.

Cuando «era de otro lao» me dio una vez por hacer crossovers con el gran Chiquito de la Calzada de por medio, y que el del Sunset Riders fuera con el cartel de Se Busca era algo obligado.

En cuanto a los clichés del western y estereotipos, es algo que salta a la vista: un Saloon, un indio, bandoleros,  mujeres con cancán, carteles de “Se Busca”, un inglés que es Sir y lleva una rosa, mejicanos con ponchos, mejicanos que dicen “amigo”, mejicanos malos que se llaman Paco, mejicanos con sombreros de mejicano, mejicanos con un escudo y un látigo (¿?) y por último, lo más increíble de todo: mejicanos de Méjico. Todo ello, además, aderezado con unas melodías western de 16-bit que ríete tú de David Guetta y Pitbull. Como en ningún momento sale un español toreando y diciendo «oleeee» dando palmas en un tablao flamenco, podemos decir tranquilamente que tanto cliché y tanto estereotipo gratuito no importa y que en la época del juego, todas estas cosicas no estaban tan mal vistas en los videojuegos (esta opinión puede variar si eres mejicano).

Sería incontable el número de veces que he golpeado la mesa de mi escritorio con el puño al morir jugándolo en Mame (lo sigo jugando hoy en día) o los gestos de desesperación de mi hermano hace años. Pese a ello, me picaba y lo volvía a intentar una y otra vez para conseguir cargarte al jefe indio de los cuchillitos y sentirte realizado como persona… hasta que llegas al último malo maloso y te encuentras con una escena parecida a la de las flechas del final de 300 en el que si sobrevives más de diez segundos te creerás Neo en Matrix 1, la buena. Y al final tanto sufrimiento para un final catalogable como mierder que no merece ser uno de nuestros Finales Ilustres ni de lejos.

El jefe indio era el punto de inflexión del juego: si te lo cargabas llegabas seguro al último jefazo.

Positivamente hay que decir que la satisfacción personal por completarlo hace que ese final mierder pueda ser olvidado y que todo lo que juegues a este título, lo hayas completado una o mil veces (mil veces ya te digo yo que no), merezca la pena hasta tal punto de que si sale “remasterizado” y con online en la Store/Bazar a un precio normal me lo pensaría.  Así que si no lo has jugado, no sé a qué estás esperando… si es a Scarlett Johansson vas jodido: primero voy yo… y ya lo tengo chungo.

Galious y sus guitarritas (IV)

Ilustres finales vol. VI