Análisis: Shank

Escrito por en Análisis - 28 febrero, 2012

Análisis: Shank
Hace tiempo empecé a analizar juegos que la mitad de la audiencia de El Píxel Ilustre tienen en Steam por culpa de los bundles y que muy posiblemente ni si quiera hayan instalado. Desde hace tiempo tenía pendiente Shank, un beat ‘em up al que le tocó competir con Super Meat Boy, Cave Story y Bit.Trip Runner. Se les perdona que no lo hayan probado hasta ahora, pero se están perdiendo unas cuantas horas de hostias muy divertidas.

En los últimos meses he tratado con bastantes juegos de palos y me he dado cuenta de algo. la Cuando se trata de matar, los mejores juegos son aquellos que consiguen que nos gustemos matando. Que nos recreemos en la muerte y que nos apetezca hacerlo de forma diferente cada vez. Posiblemente Bulletstorm sea la mayor epifanía de la guasca que he jugado en los últimos meses. Convierte la cosa homicida en un arte, una danza que no se baila por ganar o por avanzar en el juego sino por pura masturbación.

La herramienta para conseguir esto es un sistema de combate redondo que hace que cada arma y cada movimiento se sientan diferentes, útiles y necesarios. Shank se queda muy lejos del juego de Epic Games, pero comprende qué significa esto de ‘gustarse matando’ y consigue que a lo largo de las cuatro horas que dura la campaña para un jugador te preocupes más de jugar bonito que de hacer los ataques más eficaces.

Este amor por la violencia viene enmarcado en un homenaje al Kill Bill de Tarantino que se va dejando ver desde el principio del juego, pero que se destapa totalmente cuando el protagonista le rebana el brazo a un enemigo y la sangre empieza a brotar como si fuera una ducha. Eso sí, cambia la elegancia de las peleas con katana bajo la nieve y las huidas de ataúdes a base de artes marciales por las toscas técnicas de los narcos mexicanos.

Y como son yanquis hablando del crimen organizado sudamericano, aparecen lógicamente los tópicos, las combinaciones inverosímiles y el castellano MAL de los que no se libra ni el mejor Breaking Bad. Pero estas alturas, el cártel es menos cártel si no lo vemos con los ojos de Hollywood.

Esta mezcla de Kill Bill con lo mexicano, sumada al mimo con el que trata Shank la violencia, nos regala unos cortes de vídeo tras cada jefe final que son un premio a todo el trabajo de matar que hemos hecho en cada nivel.

Un juego bien divertido que, aunque se ventila en cuatro horas, deja buen regusto. Eso sí, si lo van a jugar en PC absténganse de hacerlo con teclado. Si no tienen pad, olvídenlo.

Es obligatorio hacer una mención al arte del juego. Lo pone Jeff Agala y este es su blog. Debo reconocer que el aspecto ‘flash’ de las animaciones no termina de convencerme, pero el estilazo que tiene el dibujo de Agala es para ponerle un kiosko en la Gran Vía.

Nota Shank

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