El diario de Skyrim (II)

Escrito por en Artículos - 28 noviembre, 2011


NOTA: esta serie de artículos no recogen acontecimientos de la misión principal, por lo que puedes leer sin miedo a encontrar spoilers.
Hoy me he levantado con muchas ganas, así que en lugar de intentar salvar Tamriel como algunos pesados insisten que haga, me he ido a la taberna más cercana a ver si encontraba a la señora mayor que, dicen, reparte unas leches importantísimas. Y efectivamente, la he encontrado. He abierto la puerta del local y ahí estaba ella, sentada en una esquina esperando a pegarse piñas con el primero que le diese un motivo. Y para que nos vamos a engañar, a mí eso de dar motivos es algo que me encanta.

Total, que le he reventado la cara a hostias. Al fin y al cabo era una señora mayor. Que sí, tenía aguante y una armadura pesada con pinta de ser muy cara, pero yo soy como Jason Statham con cicatrices en la cara y doy un miedo que te pasas, por lo que no tuve muchos problemas en someterla a castañazo limpio. Al final, tras dejarle el rostro hecho un cristo, no sé ni por qué, le pregunté si se quería venir conmigo de aventuras. Ya ha demostrado que muy fuerte no es que pegue, pero al menos me podrá llevar los huesos y las escamas de dragón, que pesan una puta barbaridad, me dejan la espalda destrozada, y me impiden llevar otras cosas valiosas que me encanta vender por cuatro perras. Espero que quien esté leyendo esto no me juzgue por usar a una pobre señora apaleada como mula de carga. Vosotros también lo haríais en mi situación.

Así pues, con la señora de la armadura cara y la nariz rota seguí mi camino. Como no tenía mucho más que hacer aparte de salvar el mundo tal como lo conocemos, abrí el mapa y me puse a caminar hacia el norte sin rumbo fijo. De esta forma, y tras unas cuantas horas de atravesar ríos y escalar montañas, llegué a unas ruinas muy bonitas y muy nevadas en mitad de ninguna parte. Todo iba bien con mi nueva amiga hasta que a lo lejos vimos no uno ni dos, sino dos troles de las nieves venir hacia nosotros. Yo, que ya me había enfrentado a uno el día anterior, supe enseguida que quería subirme en lo alto de una piedra para freirlos con hechizos de fuego. Pero la señora, que se ve no era tan experta en combate como me quiso hacer creer, pensó que era buena idea lanzarse a pegarles espadazos en combate cuerpo a cuerpo. ¿Qué pasó? Que la señora pudo lanzar UN ataque. Antes del segundo ya estaba hecha una masa sanguinolenta e irreconocible en el suelo.

Por ahí quedan las ruinas. Montaña arriba montaña abajo

«Qué putada», estará pensando el lector poco avispado. Para nada. Como recordaréis, la señora tenía una armadura muy bonita, y claro, una vez me deshice de los trols de las nieves a base de hechizos de fuego, me acerqué a su cadáver para saquearla sin piedad. Por alguna extraña razón su coraza femenina con espacio para las tetas me quedaba como un guante, pero bueno, tampoco nos vamos a quejar de algo tan extraño y beneficioso para todos los habitantes de Tamriel como las armaduras que mutan según su portador. Reconozco que me puso un poco triste no pasar suficiente tiempo con la señora como para aprenderme su nombre, pero desde entonces tengo una armadura que es muy la hostia, así que tampoco es que sufra demasiado por toda esta tragedia.

Una vez saqueé el cuerpo de mi antigua acompañante me propuse seguir explorando las ruinas. Y cuál fue mi sorpresa al encontrarme, tras patearme el lugar un poco, la entrada a una caverna habitada por un puñetero montón de muertos vivientes. «No hay problema», pensé yo. «Más experiencia para el nene», me dije ingenuo. «Esto será pan comido», rezaba para mis adentros. Pues no. Todo fue mi bien al principio, cuando mi única preocupación eran un montón de criaturas tan patéticas como podridas armadas con espadas y algo de magia. Pero después, una vez me adentré un poco en la catacumba, me encontré con un señor de los muertos de nosequé, que me pegó un flechazo y me mandó volando cinco metros. Desde entonces he aprendido que quizás hay sitios a los que no es muy buena idea entrar. Es una excelente lección. Quedaos con ella si me estáis leyendo.

AWOL

Este sábado, Retro Mallorca 2.011