Análisis: Batman-Arkham City

Escrito por en Análisis - 16 noviembre, 2011

A pesar de no haber comprado un cómic del hombre murciélago en mi vida, casi siempre he disfrutado con los sub-productos derivados como películas, dibujos animados y hasta la colorida y hippiosa serie de los años 60 emitida por los canales autonómicos catalanes y en la que definían al Dúo Dinámico como el creuat enmascarat i el noi meravella (y que sirve para ilustrar la cabecera). Y por supuesto, los videojuegos: desde aquel Batman isométrico que me dejaron para MSX hasta el reciente Batman: Arkham Asylum, el juego que se vino a casa junto a mi PS3.

Ese Arkham Asylum me encantó. Disfruté como un enano explorando ese manicomio carcelario, desgranando las historias de todos los villanos ahí encerrados y solucionando durante mi aventura todos los acertijos propuestos por Ed Nigma. Sigo recomendando Batman: Arkham Asylum a todo aquel que busque un buen juego, y más ahora que está por cuatro duros. Pero con Batman: Arkham City tenía miedo. Tenía miedo de darme cuenta que su predecesor no era tan bueno, que yo estaba en aquel entonces maravillado por los graficazos que se desplegaban por primera vez ante mis ojos. Han pasado más de dos años desde entonces, tengo ahora una tele más gorda con HDMI, me he puesto gafas y en ese tiempo he jugado a muchos juegos buenos (más de los que creéis; aunque solo analice los malos) y quizás ahora veía a la secuela de ese genial Arkham Asylum con otros ojos.

 

Les ha costado lo suyo, pero al final han conseguido hacer tías buenas con el Unreal Engine

Os resumo el argumento del juego: a un psicólogo tanto o más demente que sus pacientes llamado Hugo Strange (el primer villano que conoció Batman) se le ha ocurrido la brillante idea de convertir el centro de Gotham City en una inmensa cárcel, construyendo un muro alrededor, contando con el beneplácito del alcalde (debía ser más barato que un auditorio proyectado por Calatrava). Esta nueva ciudad penitenciaria tiene su propio ejército de vigilancia contratado por Hugo Strange, quien la utiliza para quitarse de enmedio a todo aquel que le estorba. Uno de ellos: el muchimillonario Bruce Wayne, empeñado en cerrar Arham City y plantar un centro comercial, un campo de golf o un hotel de 5 estrellas con spa.

Bruce Wayne puede decir lo que quiera, pero al principio del juego yo solo quería usar la bat-garra con esa cremallera.

Así empezamos la  historia; controlando a un Bruce Wayne, sin disfraz ni cuello, dispuestos a librarnos de los presos que ven en el rico empresario una oportunidad de venganza o un culito tierno y lleno de pasta. Aunque la cosa cambiará cuando nos pongamos el traje y nos convirtamos en el auténtico protagonista: Batman. Una vez con el traje puesto, al principio nos sentiremos doblemente abrumados: primero al encontrarnos en un mapa a primera vista muy grande (a medida que avanzamos nos daremos cuenta que tampoco es tan grande) y después al darnos cuenta que tenemos a nuestra disposición la mayoría de dispositivos con los que contábamos en el primer juego, como el batarang a control remoto o el gel explosivo. De ahí que tengamos una especie de doble curva de dificultad: una para los que controlan por primera vez al murciélago, en la que nos explicarán en su debido momento como utilizar el cachivache adecuado para seguir la aventura, y otra para los que ya saben de que va el cotarro y se pueden dedicar a procastinar alegremente desde el minuto 1.

 

Esto va a ser así toda la partida. A veces casi me daban pena

Podemos dedicarnos a cumplir rápidamente la misión principal; investigar y detener el misterioso Protocolo 10 de Hugo Strange, eliminando a los archi-villanos que nos pongan las cosas difíciles por el camino. Archi-villanos que son más numerosos y más duros de roer que en el primer juego; aunque los enfrentamientos siguen sin ser memorables, el listón ha subido mucho desde el último enfrentamiento con Joker en el asilo de Arkham. El Pinguino, Mr. Freeze, R’As Al Ghul y Dos Caras son algunos de los enemigos con los que lucharemos, además del inevitable Joker.

 

Ésta es una de las mejores que se me ocurren para futuras ediciones. ¡Apuntadla, Rocksteady!

Y para obstaculizar algo más, Arkham City está repleta de pandilleros ansiosos por recibir una somanta de palos de parte del hombre murciélago. Los combates son más frecuentes y con más participantes que las peleas en el manicomio y, aunque el sistema de combate sigue siendo el mismo, un sistema fácil de controlar pero muy difícil de dominar, se han añadido una serie de novedades que lo hacen más interesante y divertido. Por suerte, los enfrentamientos de sigilo, aquellos en los que debíamos escondernos y matar en silencio, son menos numerosos que en la primera parte y así evitamos andar todo el día con el poco vistoso pero útil “modo detective”.

 

Que los sicarios vean menos que un Tiranosaurio Rex bizco nos pone las cosas fáciles

Pero, sin lugar a dudas, lo que evitará que vayamos al grano en nuestra misión de derrotar a Strange son las misiones secundarias. Esta vez no solo estarán los adictivos acertijos y trofeos de Riddler, vienen acompañadas con suculentas búsquedas como investigar a un asesino en serie, ayudar a los presos políticos, encontrar un francotirador o ayudar a Mr. Freeze a encontrar a su señora esposa… Muy distintos al tipo de misiones secundarias habituales, en plan “cruza toda la ciudad para traerme esto” o “mata X bichos de este tipo”, y todas ellas entretenidas salvo una: el maldito Entrenamiento de Realidad Aumentada, unos ejercicios de planeo con la capa que recuerdan demasiado a uno de los episodios más lamentables de los videojuegos: el laberinto de anillos de Superman 64.

 

Esto es lo peor del juego

Riddler también ha puesto cojones y se ha lucido con sus acertijos y trofeos. Nada más que 400 dispersos entre todo Arkham City. Para joder todavía más, en muchos casos los trofeos no están solo esperando medio escondidos a que los recojas, sino que deberemos estrujar al máximo nuestras habilidades y dispositivos para hacernos con el premio. Y si nos cuesta encontrarlos, siempre podremos interrogar a cualquiera de sus secuaces para que cante como un canario. Tal como pasaba en la primera parte, la parte de coleccionables y secundarias se aleja de esas tediosas tareas optativas que tenemos que cumplir en muchos juegos y pasan a formar parte de la partida, no solo porque conseguirlos nos da experiencia, nos cura las heridas y desbloquea contenido artístico y documental (los típicos dibujos conceptuales, textos biográficos de los habitantes de Arkham City y modelitos en 3D), sino porque no podremos resistirnos a abrir esa jaula que atrapa un interrogante verde que nos encontramos cuando nos dirigimos al escenario de la próxima misión.

 

En el momento que este señor descubra el porno por internet, seguro que se deja de tanto acertijo y tanta chorrada

Batman: Arkham City cumple con todo lo que deberíamos esperar de una secuela: más y mejor. Más villanos, más bat-cacharros, más combos y habilidades, más misiones, más desafíos con medallas (aunque me sobran todos) y sobretodo, una historia con un final a la altura de la calidad del juego. Vale que el online pass para jugar con Catwoman, a la que utilizamos en la intro y unos cuantas misiones, ninguna de ellas decisiva para comprender la historia pero sí interesantes de ver y jugar, le parecerá algo deleznable a muchos jugadores, pero, señores, mi experiencia con la última aventura de Batman ha sido tan satisfactoria o más que mi primer viaje al manicomio de Arkham, un juego de esos en los que cuando ves que el final se acerca bajas el ritmo para que dure un poco más y que al acabarlo te quedas algo triste. Y eso pasa pocas veces, muy pocas veces…

Esto es una locura muy grande

Un mod para hacer 'street view' en el mapa de Skyrim