Amor: Shadows of the Damned

Escrito por en Artículos - 25 octubre, 2011

Shadows of the Damned
Algunos recordaréis que Galious, en su día, le dedicó un análisis bastante positivo a Shadows of the Damned. Por aquel entonces yo estaba «de baja laboral» y no escribía nada por aquí, pero eso no me impidió jugarlo y quedarme con unas ganas atroces de escribir sobre él en el blog. Así que ahora, completamente al margen de notas y demás parafernalia clásica de los análisis, voy a intentar plasmar en unos párrafos lo que siento por uno de los juegos más especiales de lo que llevamos de año. Tan especial que ni siquiera termino de comprender el por qué de este amor. Tan especial que pese a todos sus defectos yo veo un juego precioso. Tan especial que sé que esta relación no lleva a ninguna parte y aún así me da igual.

Para abrir esta carta de amor en forma de artículo comenzaré diciendo que, pese a lo que puedan ustedes pensar, el guión del juego me parece una completa maravilla. ¿Por qué? Porque partiendo de la premisa más simple de la historia de los videojuegos, esto es, malo malísimo secuestra a novia del protagonista y toca rescatarla (hola Donkey Kong), Shadows of the Damned consigue contar una historia divertidísima. Parte de este mérito reside, como no podía ser de otra forma, en sus dos protagonistas: García Fucking Hotspur, un cazador de demonios mejicano un tanto peculiar; y Johnson, su inseparable calavera demonio capaz de transformarse en distintas armas. El resto de personajes, si bien tienen mucha menos presencia y peso en la narración, también aportan las suficientes dosis de extrañeza como para dejar su pequeña huella en nuestro corazoncito. Para muestra un par de botones: Paula, la chica en apuros que no deja de morir una y otra vez, fue encontrada por García en un puto contenedor de basura y así fue como se conocieron; mientras que Christopher, el demonio-redneck que te vende todo tipo de objetos, tararea la canción de los Cazafantasmas de vez en cuando. Son tonterías, pequeños detalles, que hacen que les cojas un cariño especial.

La melodía de los Cazafantasmas que tararea Christopher tras decir el clásico «who you gonna call», no es sino una de las muchas referencias a películas y otros videojuegos de las que hace gala el juego, otro de los motivos que explican este irracional amor que le profeso y no voy a conseguir explicar en estas líneas. Uno de los capítulos enteros de Shadows of the Damned es un glorioso homenaje a Evil Dead 2, en el tendremos que refugiarnos en la cabaña en mitad del bosque e intentar callar al demonio que hay encerrado bajo una trampilla de madera (con sangriento resultado incluido, por supuesto). El capítulo, además, por si acaso alguien no lo tiene jodidamente claro, se llama «As Evil As Dead». En otra ocasión, entrando en las catacumbas del castillo de Flemin —el demonio malvado—, Johnson y García protagonizan un breve diálogo extraído directamente del guión de Aliens: El Regreso. La referencia es sutil pero está ahí para cualquiera con el buen gusto de apreciarla. Claro que puestos a hablar de referencias a otros medios, ninguna es más clara que el mapa que nos muestra cómo avanzamos por los distintos niveles, sacado directamente de Ghosts’n Goblins.

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Historia y referencias a un lado, que repito son una parte fundamental del encanto del juego, Shadows of the Damned no deja de ser un shooter en tercera persona bastante corriente pero muy «old-school«. Nada de regeneración de vida, ni coberturas o tonterías de ese estilo. García Fucking Hotspur se enfrenta a las hordas demoníacas a pecho descubierto, pistolón en mano y sin esconderse detrás de puñeteras columnas. ¿Y si le hieren? Si le hacen daño se calza una botella de vodka, sake, whisky o lo que tenga más a mano y se queda nuevo. Eso queridos amigos, se llama poner la mecánica al servicio de la ambientación sin arrojarse a los brazos de lo obvio. Porque sí, estamos interpretando a un reputado asesino de demonios que comienza la aventura con el pie derecho sobre la garganta de una enorme criatura astada, por lo que hubiese muy sido fácil meterle la regeneración de vida dentro del contexto del personaje. Pero no, en su lugar tenemos un sistema más tradicional que, además, encaja mucho mejor con el personaje.

Además de la mecánica de combate, que como digo funciona a las mil maravillas, Shadows of the Damned tiene el buen gusto de romper esta continuidad destructora cada cierto tiempo. En algunas ocasiones es con puzles tan tradicionales como los de ordenar las estanterías en una biblioteca (en clara referencia a los Cazafantasmas) o girar plataformas en ese enorme Tetris que es la pantalla final, y en otras es con cambios radicales en la mecánica. Es algo a lo que Suda 51 ya nos tiene acostumbrados, pero en esta ocasión el cambio de jugabilidad cobra una nueva dimensión cuando tenemos que enfrentarnos a uno de los principales jefazos… manejando a García como si estuviésemos en un juego de naves de scroll horizontal. Evidentemente esta nueva mecánica no resulta ni mucho menos más divertida que la normal, pero el soplo de aire fresco y sobre todo la sorpresa que supone, compensan con creces ese pequeño detalle.

Dicho todo esto, creo que si tuviese que encontrar una explicación a este tórrido sentimiento que me produce Shadows of the Damned, la encontraría en la perfecta conjunción de su ambientación, historia, trasfondo y mecánica. Ninguno de estos elementos por separado resulta especialmente original, divertido o MAGNÍFICO (como diría García), pero todos juntos se funden en algo especial y único. Extrapolando a un terreno que todos conocemos, Shadows of the Damned sería esa chica que pese a no ser la más guapa del lugar, folla que te cagas. Y ya está.

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