Análisis: Great Little War Game

Escrito por en Análisis - 2 julio, 2011

No somos pocos los que esperamos una nueva entrega de Advance Wars, líder indiscutible de la batallas de bolsillo. Aunque en EPI nos pasemos el día rajando sobre las secuelas, los clones y la poca originalidad (siempre hablando en términos generales) que reina en la industria, lo cierto es que somos unos irreductibles casuals de mierda. Nos gusta retozarnos en el barro, el sexo duro, las drojas más duras todavía, el alcohol de 90 grados, jugar a paintball en bolas volver a jugar a los títulos de toda la vida; no importa que la mecánica sea la misma que hace diez, veinte o treinta años… si el título o la saga lo merece, nos volcamos en ella a muerte. O al menos ese es mi caso con la mentada serie de Intelligent Systems y Nintendo. Cada semana, como quien echa cloro a la piscina, googleo «advance wars» con la esperanza de hallar alguna noticia que indique o aporte pistas sobre un futuro e hipotético regreso de AW a nuestras portátiles. Y cada semana me llevo el mismo chasco. No news, bad news. Hay que joderse. Con todo, hace unos días encontré este Great Little War Game para Iphone (también disponible para Ipod y Ipad y próximamente para PC y PSP Vita) que, aunque no sea lo mismo, sirve para paliar la sed de sangre y balas de juguete. Y además es bonito, hoygan. Veamos que nos ofrece.

Tan pequeños y ya queriendo conquistar el mundo… somos unos putos enfermos

De entrada, si nos ponemos en plan Mary, diría que tanto lo mejor como lo peor es que se parece un huevo y parte del otro a AW. Es decir: manejamos un ejército, gestionamos nuestras bases de despliegue e invadimos otras con el fin de acumular más recursos que nuestro oponente; al que derrotaremos una vez hayamos machacado vilmente a sus tropas o bien hayamos logrado conquistar su cuartel general (eso sí, la presencia de generales o OJs es prácticamente testimonial). ¿Y por qué es lo peor y lo mejor a la vez? Simplemente porque, más allá de su apartado técnico, aporta pocas novedades; al mismo tiempo que nos conquista por el mero hecho de mantener un estilo que funciona sí o sí. Vaya, los amigos de Rubicon han obrado como el Conde de Lampedusa; ya sabéis «Cambiarlo todo para que no cambie nada». Cambia el nombre, el look y algún factor estratégico; pero no el fin y el concepto. Y no sé si eso es bueno o malo. Jode, pero vicia. Cabrea cacho y mola mazo. Cosas de la bipolaridad.

¡Movilización general!

No obstante, la pregunta clave que debemos hacernos es ¿Tiene Great Little War Game lo que hay que tener para proporcionarnos diversión sin parangón? Jombre, sin parangón lo que se dice sin parangón, no; pero sí diré que posee un poco más de lo justo para satisfacer a todo buen TBS lover. Engancha de primeras, su diseño, gráficos y animaciones son golosos, algunos efectos sonoros se antojan la mar de cachondos y su vida útil es lo suficientemente longeva para pensar que, por una monedilla de las grandes y la calderilla color cobre de vuestros miserables monederos, vale la pena adquirirlo. Por contra, tras finiquitar la campaña y unas cuántas partidillas versus (ya sea contra la máquina o contra uno o seis hamijos. Algo que todavía no he probado. Yo no tengo ni quiero tener hamijos), abandonaremos GLWG mucho antes que cualquier AW. O’shea ofrece placer, pero no hamor. Si AW era la chica de nuestra vida, ésta se limita a comernos la entrepierna complacernos (previo pago de cubata) como buen rollete veraniego; vaya, lo que vulgarmente conocemos como un «aquí te pillo, aquí te mato». Que, por otro lado, no es nada malo.

¡Graficazos! Los escenarios están bastante curradetes… lástima que no añadiesen un editor (se sospecha que la versión para Vita sí tendrá)

Su principal inconveniente, que a la vez puede ser apreciado como una de sus bazas fuertes (más contradicciones propias de mi mente perturbada), es precisamente su principal diferencia jugable respecto a AW. Aquí podemos atacar a distancia con cualquier unidad; ya sean cohetes, tanques o infantería. La distancia, la altura del terreno y el rango de disparo de nuestra unidad determinarán el daño infringido. Es decir, si atacamos a cuatro casillas de nuestro objetivo con un soldado, nuestra ofensiva no será tan potente como si lo hacemos a cara perro desde la celda adyacente. Y viceversa si el tiro lo efectuamos con un cañón de largo alcance. Es curioso ya que esta disimilitud (que no es nueva. La hemos podido ver en mucho juegos de estrategia por turnos on-line gratuitos) resta factores estratégicos al mismo tiempo que contribuye con nuevos. Tras acabar el modo principal (20 misiones que os llevarán alrededor de cinco horas) puedo asegurar que este cambio facilita un tanto las cosas. Eso sí, por el camino nos obligará a tantear otras estrategias no exploradas en los juegos de AW. Una modificación que no por ser menor iba a contar menos.

Fragatas, charcas tipo arrozales vietnamitas, soldados reptando, artillería pesada… todo lo necesario para pasar un buen fin de semana

En definitiva; si os gusta AW o cualquier TBS similar, queréis degustar uno del mismo palo pero con el look remozado, un diseño de niveles tan cuidado como variado, elevadas dosis de humor (con frases lapidarias y acentos al estilo Worms) y tenéis un cacharrito táctil de la gran manzana, id a por él. Tenéis una guerra por librar. Su precio lo vale de calle.

Y si os cansáis de lo digital, siempre os quedarán TBS analógicos como Skirmish Wars, Heroclix o este Clone Wars

FFTA para Iphone se retrasa... otra vez

El Juego del Viernes (XXXVIII)