Análisis: Bulletstorm

Escrito por en Análisis - 29 marzo, 2011


De un tiempo a esta parte no han sido pocas las veces que he dicho que los Call of Duty me resultan cada vez más aburridos porque me ofrecen siempre lo mismo: matar oleadas de enemigos de inteligencia artificial cuestionable disparándoles con mi rifle de asalto, mientras me escondo detrás de paredes para evitar morir. De eso iba el primero de todos y de eso ha ido el último. Bulletstorm, pese a que puede ser jugado de esta forma y aun así resultaría entretenido, es algo completamente diferente. En el juego de EPIC y People Can Fly matar enemigos no es el fin, sino el medio para algo mucho mayor: divertirte como nunca te has divertido con un arma virtual en las manos.

Desde que un servidor comenzase a disparar nazis a principios de los noventa en Wolfenstein 3D, poco o nada ha cambiado en el género de los shooters en primera persona. Títulos posteriores añadieron elementos como poder agacharse o saltar, o incluso tener un ataque cuerpo a cuerpo para cuando el enemigo estuviese muy cerca, pero la mecánica básica, salvo honrosas excepciones, seguía siendo la misma: ir del punto X al punto Y disparando a todo lo que se moviese. Hasta Bulletstorm. Patada, látigo, deslizamiento. Con estas tres sencillas variables, que por si solas ya aportan más novedades que la mayoría de FPS de los últimos cinco años juntos, EPIC y People Can Fly han logrado que matar deje de ser un mero entretenimiento para ser una de las formas de diversión más puras que podemos encontrar a día de hoy en una videoconsola o PC. Un auténtico arte sangriento, si los talibanes de la lengua me lo permiten.

La primera de estas mecánicas, la patada, lejos de ser el clásico ataque de cuerpo tal como sucedía en Duke Nukem, donde era virtualmente inútil, es la base sobre la que se sustentarán muchas de las recetas de muerte que podremos cocinar a lo largo del juego. Patear a un enemigo normalmente desembocará en el pobre desgraciado volando a cámara lenta durante unos pocos segundos, en los que podremos hacerle cualquier cosa que se nos pase por la cabeza. El látigo, por su parte, ofrece principalmente una mecánica inversa a la de la patada: en lugar de empujar a un enemigo, tiramos de él hacia nosotros. No obstante, a las pocas horas de juego descubriremos que el ataque especial del látigo también sirve para lanzar al aire a todos los enemigos cercanos en los que suele ser la antesala de una lluvia de intestinos. Por último tenemos el deslizamiento, que viene a ser una patada a toda velocidad que además nos servirá para esquivar, escapar rápidamente de tiroteos perdidos y, por supuesto, realizar más tipos de muerte únicas.

Porque al fin y al cabo, Bulletstorm más allá de su modo historia, que está ahí, de lo que va es de conseguir todas y cada una de las más de cien muertes únicas diferentes que tiene esparcidas por el juego. Estas van desde algo tan básico y poco original como patear a un enemigo para reventarle la cabeza cuando está suspendido en el aire, hasta lo esperpéntico como puede ser disparar a un mutante en los cojones para posteriormente arrancarle la cabeza de una patada, pasando por lo meramente anecdótico como puede ser matar gente estando borracho o intoxicado. Todo ello implementado de una forma absolutamente deliciosa, que consiste en recibir más puntos/créditos cuanto más originales y variados somos en nuestras ejecuciones, una divisa que tendremos que utilizar para comprar más munición con la que continuar el baño de sangre.

De esta manera la mecánica del juego forma un círculo perfecto en el que para matar bien —y en consecuencia obtener la máxima satisfacción— tenemos que, ¡oh, sorpresa!, matar bien. Es algo tan sencillo que estoy seguro que se le debió ocurrir antes a alguien, pero yo no alcanzo a recordarlo. En Medal of Honor (no voy a hacer siempre sangre con la saga de Activision), por ejemplo, cuando lo hacemos excepcionalmente bien en una fase no conseguimos mejores armas al comienzo de la siguiente ni nada parecido. En Bulletstorm, sin embargo, cuando lo hacemos excepcionalmente bien somos recompensados con la posibilidad de hacerlo aún mejor adquiriendo cargas especiales para nuestras armas. Esto, queridos amigos, es un ejemplo de buen diseño. Desconozco, eso sí, si en los niveles de dificultad más bajos será demasiado sencillo conseguir buenas puntuaciones, un servidor se quedaba siempre con la cuenta corriente a cero tras comprar munición en nivel difícil.

Con todo esto de los puntos y los créditos para comprar munición, por cierto, me estoy refiriendo al obligatorio modo historia que, durante aproximadamente diez horas, nos contará una aventura tan poco interesante como sus personajes, cuyo atractivo es inversamente proporcional al del juego en sí. Por suerte, tras pasarnos la campaña tenemos bastante más diversión por delante. El modo echoes nos permitirá rejugar pequeños fragmentos de la campaña de unos cinco minutos cada uno, a los que se les ha extirpado cualquier posible atisbo de narrativa y cuyo único objetivo es conseguirse el mayor número de puntos en el menor tiempo posible. El resultado es tan jodidamente divertido como simple. El modo online, por su parte, nos meterá en una serie de escenarios cerrados en lo que es posiblemente el cooperativo más salvaje y divertido del momento… aunque tampoco me hagáis en esto mucho caso a mí, que jugar por Internet no me gusta.

En el apartado técnico, Bulletstorm tiene tantos puntos positivos como negativos en su casillero. Por un lado, el juego puede llegar a ser bastante feo en las distancias cortas y calzarnos cinco enemigos exactamente iguales en pantalla; pero por otro, los paisajes y escenarios además de muy variados y detallados son preciosos. De la misma forma, el juego alterna una tasa de frames muy estable que ni siquiera sufre cuando estamos electrocutando a cinco enemigos al mismo tiempo, con unos tiempos de carga (especialmente a la hora de «revivir») excesivamente largos. Todo ello por supuesto, referido a la versión de PS3. Supongo que la de Xbox360 será tres cuartos de lo mismo y la de PC gloria bendita.

En definitiva, el título de EPIC y People Can FLy es muchas cosas, siendo la palabra divertido la que más fuerte resuena en mi cabeza, pero si tuviese que decir algo positivo sobre él en estas líneas finales, sería que es único. Juegos de pegar tiros hay muchos, pero Bulletstorm sólo uno.

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