Análisis: Divinity II: The Dragon Knight Saga

Escrito por en Análisis - 24 noviembre, 2010

Analizar este Dragon Knight Saga no es nada fácil para un servidor. Como sabréis, a la entrega original le casqué un diez el año pasado porque me pareció ni más ni menos que el juego del año. Este producto sobre lo que ahora os estoy hablando es, aunque por entonces pudiese parecerme difícil de concebir, una versión mejorada de aquel juego con una expansión añadida, Flames of Vengeance, en la que podremos continuar la historia que tan bien culminó entonces. Si merece o no la pena, os lo cuento tras el salto.

En todo lo referente al segmento del juego correspondiente a Ego Draconis, es decir, lo que vendría a ser el 75% de este Dragon Knight Saga, me remito sin tapujos a mi análisis del año pasado. Lo único que ha cambiado con el parche es que ahora los gráficos son mejores, los efectos de iluminación más espectaculares, y el rendimiento bastante más estable. Las bajadas de frames, que en la primera versión del juego eran comunes, no lo son en esta. Todo lo demás permanece absolutamente inalterado. Lo cual, por si no ha quedado cristalino a estas alturas, es bueno, muy bueno.

Sin embargo, y quizás por el precedente tan importante que tiene, Flames of Vengeance, su expansión, no es tan buena. Sus problemas son muchos y muy abultados, y aunque mantiene el espíritu del juego original con unas sub-quests muy buenas, unos diálogos desternillantes, y unos personajes de lo más absurdos, el conjunto sencillamente no da la talla. El principal motivo de ello es que el argumento, que en Ego Draconis me pareció sobresaliente, y en este no es más que una excusa para poder introducir un montón de misiones secundarias en medio. Misiones que como digo están muy bien y resultan divertidísimas en la mayoría de ocasiones, pero no dejan de ser un elemento que como su nombre indica, debería ser secundario.

Este cuadro está en una casa del juego

Al problema del argumento principal hay que añadir que Larian, por desgracia, no ha conseguido transmitir en la expansión una sensación cojonuda que sí tenía el primer juego: la de poder. Nuestro personaje, por si no lo sabéis, es un jodido caballero que se transforma en dragón y tiene poder suficiente como para arrasar aldeas enteras, algo que en Ego Draconis se notaba. En Flames of Vengeance, sin embargo, pese a que empiezas con un nivel obsceno te sientes débil en todo momento. Tanto es así, que al comenzar la expansión me lancé sin siquiera mirar la barra de vida contra un grupo de cuatro esqueletos y me mataron. Cuatro miserables esqueletos. Al caballero matadragones que puede arrasar aldeas enteras. A ese mismo.

Otro punto negativo es que salvo la última media hora, toda la expansión se desarrolla dentro de la misma ciudad. Vale que es grande y que, como ya he dicho un par de veces, tenga un buen puñado de misiones secundarias muy buenas, pero es que las comparaciones son odiosas, y cuando el juego original tenía tantas localizaciones y tan variadas, una sola ciudad se antoja ridículo. Aún así, en su descargo hay que decir que dentro de cada casa hay algo interesante que hacer, y tras cada trampilla vamos a encontrar una sorpresa, lo que dota a Aleroth de un encanto bastante particular.

Por estos motivos, y porque cuando hablamos de Dragon Knight Saga estamos hablando de un título que es básicamente un dos en uno, debo ser algo ambiguo con mi nota. Y es que no es lo mismo pasar por caja teniendo Divinity II: Ego Draconis en la estantería, que hacerlo por un producto que nos ofrece una aventura completa, nueva y grandiosa por treinta euros.

Si no has jugado a Divinity 2: Ego Draconis y tienes por delante la versión mejorada de mi GOTY 2009 en todo su esplendor: *

Si ya has jugado a Divinity II: Ego Draconis y sólo valoras Flames of Vengeance:

*El motivo por el que tiene un nueve pese a ser una versión mejorada de un juego al que di un diez, por si os lo estáis preguntando, es que sencillamente a día de hoy no me parece un juego de diez. Sobresaliente sí, pero lo mejor que he probado este año no.

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