No-Análisis: Disciples III

Escrito por en Artículos - 26 octubre, 2010

No me resulta placentero comenzar un artículo sobre un juego reconociendo que no lo he terminado, pero es así. No me he pasado Disciples III, y no lo he hecho porque jugarlo es un jodido suplicio, porque es una beta inacabada difícilmente disfrutable, y porque sencillamente no tengo tiempo ni ganas para dedicarle a un juego que, desde que lo he instalado, ha hecho todo lo posible para mosquearme. Por eso, en las líneas siguientes intentaré articular lo mejor que pueda cuales son mis quejas para con este subproducto que, con un poco más de mimo, podría haber sido hasta notable.

A ver, por donde empezamos… ah sí, por el principio, como debe ser. Durante el mismísimo tutorial del juego, cada una de las acciones que podemos llevar a cabo se nos van explicando mediante vídeos, algo que me parece bastante cansino pero tolerable. El problema es que si se nos ocurre detenerlos cuando ya han empezado a reproducirse, algo nada descabellado teniendo en cuenta que intentarán explicarnos cómo movernos por el mapa, lo más normal es que se congelen, quedándonos con una simpática pantalla verde estancada en el monitor. Nada grave desde luego, ya que la podemos quitar con un clic, pero si un muy mal empiece para un juego que, pese a no ser un Civilization o un Europa Universalis, requiere de un mínimo aprendizaje para saber qué demonios tenemos que hacer.

Típico

Pero bueno, la fiesta comienza una vez terminamos el tutorial y nos metemos de lleno en cualquiera de las tres campañas que tenemos disponibles desde el principio. El hecho de que la historia, independiente para cada uno de los tres escenarios, sea una pastelada de proporcionas bíblicas (nunca mejor dicho por todo el rollo de los ángeles y demonios), resulta bastante molesto aunque hasta cierto punto tolerable. Al fin y al cabo el guión de juegos que siguen una línea similar como Heroes of Might & Magic o King’s Bounty tampoco es que sea patrimonio de la humanidad precisamente. Ah no espera, que las historias de esos juegos sí que están bien. Pues bueno, entonces nada, otro punto negativo para Disicples III. Como iba diciendo antes de recordar la nefasta historia, la verdadera fiesta empieza con la campaña.

Lo primero que notaremos a los pocos segundos del primer turno, es que en nuestro grupo de cuatro unidades compuesto por el héroe y tres tropas normales, habrá una de ellas con un nivel obscenamente superior al del resto (esto no ocurre en la campaña élfica, que se supone no debemos jugar hasta terminar las otras dos). Una unidad que, por supuesto, no es el héroe. A efectos prácticos esto quiere decir que en cuanto nos enzarcemos en un combate, la victoria o la derrota dependerá enteramente de ese personaje en cuestión, lo que borra el componente estratégico de las peleas de un plumazo. Si a esto unimos que los enemigos controlados por la Inteligencia Artificial suelen comportarse de forma bastante aleatoria, y que para compensar hacen críticos más de la mitad de las veces (he llegado a recibir cinco seguidos), lo que nos queda es un sistema de combate aburrido, impredecible y frustrante por momentos.

El primero hace seis veces más daño que el segundo. ¡Cojonudo!

Si a pesar de todo le echamos valor y nos proponemos seguir adelante, nos encontraremos con unos cuantos más inconvenientes. Para empezar, la interfaz tanto de gestión del personaje como del castillo son nefastas. Son feas, poco intuitivas, carentes de información y bastante incómodas. Pero bueno, al fin y al cabo es hacerse a ellas, algo que tampoco lleva demasiado tiempo. Lo que sí lleva MUCHO tiempo y me ha resultado completamente imposible de asimilar es la puñetera animación del hechizo de curación. Llega un punto en el juego en que tras cada combate necesitamos lanzarnos el conjuro de marras si queremos salir victoriosos del siguiente encuentro, pero su jodida animación (que tiene lugar en el mapa) dura más de diez segundos y no te la puedes saltar de ninguna manera. Y no, no estoy exagerando. Cogí el cronómetro y conté: once puñeteros segundos sin poder mover a mi personaje mientras un ángel me cura.

PROOF

Más detalles estúpidos que me tocaron la moral fueron, por ejemplo, el hecho de que la tecla «escape» sólo funcionase a ratos. A veces al presionarla salía el menú, otras veces no. ¿Por qué? Nunca llegué a saberlo. Pero teniendo en cuenta que tampoco encontré el quicksave, me tocaba mucho las pelotas tener que estar salvando manualmente cada dos por tres. Por último, y esto es algo más a título personal, la dirección artística del juego me parece deleznable. Todo, desde los personajes o los menús, pasando por los escenarios o las ilustraciones de las pantallas de carga me parece demasiado… Lineage. Y lo que es peor, Lineage con un toque de Deviantart. Sé que a muchos de vosotros os gustará ese estilo visual oscuro, barroco y «épico», pero a mi me parece de chiste. De chiste malo para ser exactos.

Seriously? WTF!

Lo peor de todo, y de verdad que ya termino, es que Disciples III podía haber sido un gran juego. Tiene unos cimientos sólidos y una teoría jugable bastante divertida, pero la puesta en práctica es deplorable. Y eso que lo primero que hace nada más instalarse es descargar un parche. Pero ni por esas. Disciples III no es divertido. Y eso es lo peor que se puede decir sobre un juego al que, por desgracia, le tenía muchísimas ganas y no he podido jugar más de tres horas.

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