Análisis: Red Steel 2

Escrito por en Análisis - 5 abril, 2010

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Pistolas, katanas, escopetas, golpes de artes marciales, sombreros de cowboy, perillas de maestro Miyagi, hordas de ciber-samuráis y duelos bajo el sol. Todos estos elementos se dan cita en mayor o menor medida en el nuevo shooter en primera persona de Ubisoft, que lejos de componer una obra original y carismática, forman uno de los peores batiburrillos de ideas que he tenido la desgracia de padecer en un videojuego.

Me sabe mal decirlo así de contundente pero es cierto, la ambientación de Red Steel 2 es de juzgado de guardia. El primer juego era malo con avaricia, pero al menos te movías por un universo consistente y, hasta cierto punto, disfrutable. Pero es que lo de esta segunda entrega es lamentable. Los escenarios, que son una mezcla entre diapositivas del oeste americano y el este japonés, están completamente vacíos con la única excepción de un montón de cajas y barriles que tendremos que molestarnos en romper para conseguir unas cuantas monedas y munición. Este detalle no sé si me molesta más por el hecho de que he terminado hasta la mismísima huevada de cargarme objetos del escenario, o porque de no haberlo hecho posiblemente hubiese terminado aún más aburrido. Después tenemos el tema de los personajes, del que mejor hablo en el siguiente párrafo porque se lo han ganado a pulso.

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Nuestro protagonista, el hombre del sombrero y la gabardina que sale en la portada, es posiblemente el tipo menos carismático al que he manejado en un shooter. Y mira que he jugado a shooters con personajes planos y poco interesantes, pero es que este señor se lleva la palma. En ningún punto de la partida me ha importado una mierda él, su clan, su relación con el resto de personajes o su final. Nada. Como se dice en mi tierra: “por mi como si lo operan”. El problema, no obstante, no es que el «prota» sea un pelele, es que el resto de personajes resultan aún peores. Tamiko es el par de tetas obligatorio que todo juego para adolescentes que se precie debe incluir, y Jian un maestro Miyagi cualquiera que de vez en cuando dices frases épicas y pone cara de mosqueo. También tenemos a Songan, que no sé muy bien quién es pero le encanta quedarse con el dinero que tanto te ha costado sacar a hostias de las cajas y contenedores, y al malo malísimo, que tiene una profundidad similar a la del propio protagonista. Un elenco digno de Hollywood, vamos.

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A todo lo dicho hay que sumar unos cuantos detalles que hacen que el universo diegético de Red Steel 2 sea todavía peor. Para empezar, la total ausencia de sangre (indispensable para que el juego no sea catalogado para adultos y pueda vender mucho más) resulta muy artificial. Es decir, disparamos, rajamos y ensartamos repetidas veces a cientos de enemigos, pero no vemos una sola gota de sangre. Por alguna razón, nuestros atacantes tras recibir un disparo a dos centímetros del cráneo y ser empalados en el aire no sangran. Y eso es muy desconcertante. Aunque claro, para desconcertantes los tiempos de carga, omnipresentes en el desarrollo del juego y verdaderos protagonistas de la acción. Sin ellos el juego sería algo menos tedioso. Pero no, resultan una parte indispensable de la ambientación. De esa ambientación desagradable que te invita a no explorar absolutamente nada, no sea que tengas que tragarte dos o tres puertas seguidas de cinco segundos cada una. “¡Cinco segundos no son mucho!” Dirá el lector poco exigente. Y quizás no lo sean para cualquier otro juego, pero para uno que te tiene caminando permanentemente por escenarios muertos y que te hace pasar por una puerta cada dos minutos sí lo es.

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Sin embargo, el título de Ubisoft muestra su verdadero potencial cuando conseguimos abstraernos de todo lo malo y nos sumimos en el combate. Y es que pegar espadazos resulta divertido. Quizás a estas alturas, después de todos los defectos mencionados no suene muy impresionante, pero lo cierto es que en un juego como Red Steel 2 poco importa toda la basura anterior si manejar la katana nos hace sentir bien. Y efectivamente, rajar y ensartar enemigos nos hace sentir muy bien. Movernos de un lado a otro de la habitación agitando los brazos como si estuviesemos manejando una espada invisible es bastante lamentable de ver pero muy divertido de jugar. Estaría mucho mejor con un poco de sangre, claro, pero aún así resulta muy satisfactorio hacer combos y ver a nuestros enemigos morder el polvo utilizando las múltiples técnicas y golpes a disposición del jugador. Eso, pese a que como ya han apuntado en muchos otros sitios, el manejo de la espada no es 1:1. Si llega a serlo ya te cagas por las patas.

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Así pues, la sensación que se te queda tras terminar Red Steel 2 es que Ubisoft ha perdido una oportunidad de oro para hacer algo grande. El juego es un péndulo que oscila constántemente entre la diversión de pegar espadazos y el tedio absoluto de todo lo demás. Y es una pena, porque me hubiese encantado poder cascarle un ocho o un nueve, pero lo mejor que puedo hacer es olvidarme de todas las lamentables decisiones de diseño, pensar únicamente en los buenos momentos y la jugabilidad única que es capaz de ofrecer, y elegir el tan recurrido 6.gif

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